“EL VALOR DE TU ENEMIGO…”

Publicado 4 abril 2007 por RB
Categorías: Medio Oriente

Roberto Bardini

1.jpg El periodista y escritor francés Jean Lartéguy, historiador por la Universidad de Toulouse, combatiente contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial, reportero del Paris Match y corresponsal de guerra en los años 50 y 60 en el sudeste asiático, África del Norte y Oriente Medio, es autor de una veintena de libros. En La guerra desnuda (1976) escribe:

“La guerra es cataclismo y alud de puñales que el humano debe superar. Injusto o torpe es no reconocer el heroísmo que a veces puede cintilar entre el tumulto bélico. Pero los relámpagos heroicos o gloriosos en la contienda no justifican los tornados de odio y destrucción. Quizá, el guerrero sea quien mejor puede abogar por la paz. Y esto porque quien tembló entre las mandíbulas rojas de la guerra sabe que no se debe convocar al dragón destructor en cuyas escamas se agolpan medallas, cañones y masacres. Y el guerrero puede ser sincero defensor del pacifismo porque su motivación no es una secreta cobardía ante el estrépito de la batalla o un perezoso apego a las comodidades del orden. El combatiente que, por propia experiencia, conoce los taladros de la muerte, no puede olvidar ya el superior sonido de una mañana bella”.

En Los centuriones y Los pretorianos, ambos de 1968, Lartéguy narra las aventuras de soldados franceses de elite en la ex Indochina y en Argelia. Cuenta que los paracaidistas exhibían en su campamento un banderín negro con una frase: “Me atrevo”. Y abajo, otro con un viejo refrán árabe: “El valor de tu enemigo te honra”.

En abril de 1980 viajé al ex Sahara Español con un equipo de la televisión canadiense. Durante un mes estuvimos en los campamentos de refugiados en la frontera con Argelia, recorrimos con una patrulla del Frente Polisario los territorios liberados, atravesamos la frontera sur de Marruecos, visitamos campos de batalla y entrevistamos a prisioneros del ejército marroquí. Nos sorpendió el trato fraterno del Frente Polisario con los soldados, tanquistas y pilotos de aviación capturados. Musa Sidahamed, nuestro guía militar, me enseñó otro proverbio musulmán: “La sangre del prisionero no honra al guerrero”.

2.jpg El presidente iraní Mahmud Ahmadineyad acaba de dar exactamente esa lección al “mundo occidental” al decidir la liberación de los 15 marines del Reino Unido capturados en aguas territoriales de su país el 23 de marzo pasado. Fue, según sus palabras, un “regalo al pueblo británico”, conmemorando el nacimiento del profeta Mahoma, la Semana Santa cristiana y la Pascua judía. Ahmadineyad añadió: “Le pido al gobierno del primer ministro inglés, Tony Blair, que no castigue a los militares por admitir la culpa y decir la verdad”.

3.jpg ¿Propaganda política? Puede ser. Pero lo menos que puede decirse es que la actitud iraní contrasta con el trato que los musulmanes recibían de los estadounidenses en la cárcel iraquí de Abu Graib y que aún reciben en la prisión militar de Guantánamo.

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LOS «PROGRES» Y WALSH

Publicado 28 marzo 2007 por RB
Categorías: Periodismo

El cretinismo progresista no concibe la muerte heroica de un guerrero en combate

Carlos Alberto Falchi

12.jpg La censura no es exclusiva de los sectores que los bienpensantes denominan “reaccionarios”. El “progresismo” también la ejerce en forma entusiasta.

El ejercicio del poder de censura, en el ámbito privado o desde el poder público, no es más que la exteriorización del miedo al cambio, el miedo a la verdad que corroe el mundo imaginario que se elabora el demente.

En su etapa “infantil”, los movimientos revolucionarios combaten la censura, proclaman la libertad, de vida y pensamiento, como cantaban los legionarios del fascismo. En los comienzos la revolución rusa estalló una primavera cultural. En 1945, el infantil peronismo derrochó un humor anárquico y libertario que destrozó a la Unión Democrática.

En su madurez, lamentablemente, el fuego juvenil se apaga y permite el avance de los burócratas, de los defensores de lo “políticamente correcto”, los que luchan denodadamente para impedirle al poeta que proclame:

Hoy necesitamos maestros
no predicadores melenudos…
Camaradas, haced un arte
que saque a la república del fango
(*)

Estos síntomas se agudizan con la llegada al poder, sobre todo cuando se comparte la “caja” con el poder. Se debe evitar cualquier irritación del “cajero”.

Así vemos como “predicadores” formados en la Federación Juvenil Comunista reaccionan como colegialas ofendidas si se cuestiona alguno de sus “sermones”.

No hay lugar para estudiosos, todos los asalariados deben repetir el mismo libreto.

El caso Walsh es emblemático. No solamente se censura su pensamiento. Se censura su historia de vida, se silencia su formación y militancia nacionalista, se trata de hacer creer a la juventud que sus investigaciones periodísticas las publicó el señor Mongo Aurelio.

Recordar a los hermanos Bruno y Tulio Jacobella o a Marcelo Sánchez Sorondo –que en aquellos años difíciles desde los periódicos Mayoría y Azul y blanco dieron a conocer textos de Rodolfo Walsh– es “herético” y, por lo tanto censurable, para los “barones” de la Monarquía Progresista.

La nueva censura es sutil, no quema libros: falsifica imágenes, tergiversa hechos, destruye el idioma.

Ayer escribí, contestando a un artículo: “Tergiversamos y simplificamos el idioma, como ejemplo la prensa conmemoró el asesinato de Rodolfo J. Walsh. No fue asesinado, cayó combatiendo heroicamente empuñando un arma de uso civil contra el armamento de guerra. Aludir a un caído en el campo de batalla –es decir, con honor– como asesinado es una muestra más del cretinismo progresista que no concibe la muerte heroica de un guerrero”.

En síntesis: los “periodistas” entre comillas, escribas a sueldo, de Página 12 –bien rebautizado por el humor porteño como el “boletín oficial”– son temerosos de que jóvenes periodistas (sin comillas) sigan el ejemplo de Rodolfo Walsh, encuentren medios como Mayoría y Azul y blanco y pasemos de esta aburrida y tediosa melodía monocorde a la polifonía.

(*) Vladimir Maiakovski.

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CENSURA POST MORTEM A RODOLFO WALSH

Publicado 27 marzo 2007 por RB
Categorías: Periodismo

 

No se es víctima cuando se es héroe.
Pierre Drieu la Rochelle

Roberto Bardini

abc.jpg Radar, suplemento cultural del diario argentino Página 12, le pidió a Roberto Baschetti –uno de los más acuciosos compiladores de la historia del peronismo– un artículo sobre Rodolfo Walsh con motivo de cumplirse 30 años de su muerte a manos de un grupo de tareas de la marina. Baschetti envió su trabajo, pero lo llamaron para informarle que el editor del suplemento, Juan Boido, no estaba de acuerdo con el contenido. El artículo no fue publicado.

Lo más curioso del caso es que el trabajo de Baschetti da la palabra a Walsh a través de una selección de citas. Es el autor de Operación masacre quien se expresa sobre el peronismo, la “revolución libertadora” de 1955, los fusilamientos clandestinos de junio de 1956 en José León Suárez, la resistencia a la última dictadura cívico-militar, el papel de los intelectuales en favor de “las esperanzas, las inquietudes y los reclamos de la clase obrera”.

Al final del artículo, Baschetti escribe: “Los bien pensantes, los intelectuales ‘progresistas’, con el retorno de la democracia en 1983, primero tratan de ignorar a Walsh, luego de ‘ningunearlo’. Ante la contundencia de sus escritos y valores deben resignarse a hacerle un lugar; eso sí, explicando permanentemente o dando a entender que era un brillante intelectual pero políticamente equivocado”.

pagina-12.jpg Se supone que Página 12 –a veces oficialista y a veces oficioso– es un diario “progresista”, de “centroizquierda”. Cuenta con un par de firmas antiperonistas que cada cierto tiempo, como “viudas de Walsh”, escriben sobre él. Uno de ellos, incluso, prologó una de las últimas ediciones de Operación masacre. Ellos lo recuerdan como escritor, como amigo querido, como ser humano. Se saltean, eso sí, su opción política por el peronismo en el que militó hasta el último día de su vida. Pasan por esa cuestión como gato entre las brasas: a los saltos y en zig zag.

Pues bien, la actitud de Juan Boido demuestra que han pasado tres décadas desde la muerte de Rodolfo Walsh y su palabra precisa sigue restallando como un látigo sobre la conciencia de algunos imbéciles. Los “intelectuales progresistas” y los “bien pensantes” no logran digerirlo. Mediante un complicado pase de prestidigitación, consiguieron convertir a esa mala persona que era Jaboco Timerman, en un esforzado periodista democrático, un ciudadano que nunca alentó golpes militares, una víctima del terrorismo de Estado, un mártir del cuarto poder. Ni Bartolomé Mitre -un pionero en eso de controlar el pasado para dominar el presente- lo hubiera hecho mejor. Pero esos mismos no consiguen domesticar la figura de Walsh para colocarlo en el anaquel de lo “políticamente correcto”.

El editor de Radar no censuró a Roberto Baschetti. Censuró post mortem a Walsh.

Con su “obediencia debida”, Boido ha ganado su minuto de fama. Lo hizo a través de una idiotez que pasará a la historia de lo más bajo del periodismo argentino, al más puro estilo “noche y niebla”. Una mezquindad más, idéntica a la de quienes en 1956 enterraban la cabeza en el suelo como avestruces para no ver a ese hombre que circulaba de diario en diario buscando quién le editara su serie de artículos sobre los fusilamientos en el basural de José León Suárez.

Walsh ya se ganó un lugar en el sitial de los periodistas valientes, los del “violento oficio de escribir”, esos que permanecen “fieles a su compromiso de brindar testimonio en momentos difíciles”, como él mismo escribió en marzo de 1977. Los otros quizá figuren, con mucha suerte, en una lacónica nota de pie de página.

A continuación, el artículo de Roberto Baschetti que fue censurado por Radar:

Palabra de Walsh

 

ab.pngEn el trigésimo aniversario del secuestro y asesinato de Rodolfo Jorge Walsh, con justa razón se suman homenajes y recordatorios en su memoria. Sus trabajos de investigación periodística (Operación Masacre, El caso Satanowsky, ¿Quién mató a Rosendo?) han dado lugar a un nuevo género literario, la novela de no ficción, anticipándose en ocho años a quien muchos creen su creador, Truman Capote el escritor de A sangre fría. Cuando incursionó por el cuento policial (Variaciones en rojo) fue acreedor a un Premio Municipal de Literatura de la Ciudad de Buenos Aires en 1953. Y once años más tarde en 1964, con muy buena crítica por parte de entendidos y especialistas, estrena una pieza teatral de su autoría (La batalla) y un año más tarde otra (La granada), siendo esta última una lograda sátira sobre los militares y el poder en la Argentina.

Claro que todos estos logros y reconocimientos a nivel intelectual –que se irán acrecentando en el tiempo- van de la mano, como vidas paralelas pero íntimamente ligadas e interrelacionadas, con el accionar político que va potenciando. Su defensa de la revolución cubana y la causa palestina, su paso por la CGT de los Argentinos, el Peronismo de Base y su inserción en Montoneros, por ejemplo, son eslabones ineludibles e imprescindibles para entender su compromiso social en pos de una Argentina libre, justa, soberana, socialista.

Sin embargo son muchos los que se resisten aún a visualizar, a comprender, a analizar a Walsh como un todo, es decir su vena intelectual sumada a su opción política, que creo es la única manera de lograr un perfil acabado de su paso, de su existencia por este mundo, sin caer en distorsiones o supuestos que luego se muestran fácilmente refutables.

Me propongo entonces recuperar la palabra de Walsh sobre ciertos temas concretos: molestos e incómodos para algunos, gratificantes y reivindicativos para muchos, entre los que me incluyo.

1.jpg Operación Masacre. “Escribí este libro para que actuara; en este momento no reconozco ni acepto jerarquía más alta que la del coraje civil. No puedo, ni quiero, ni debo, renunciar a un sentimiento básico, la indignación ante el atropello, la cobardía, el asesinato. Este caso está de pie resuelto a impedir para siempre que un militarote prepotente juegue con la vida de la gente mansa. Sólo un débil mental puede no desear la paz. Pero la paz no es aceptable a cualquier precio” (En el prólogo de una de sus ediciones).

11.jpg “Revolución libertadora”. “El gobierno de Aramburu encarceló a millares de trabajadores, reprimió cada huelga, arrasó la organización sindical. La tortura se masificó y se extendió a todo el país. El decreto que prohíbe nombrar a Perón o la operación clandestina que arrebata el cadáver de su esposa, lo mutila y lo saca del país, son expresiones de un odio al que no escapan ni los objetos inanimados, sábanas y cubiertos de la Fundación incinerados y fundidos porque llevan estampado ese nombre que se concibe como demoníaco. Toda una obra social se destruye, se llega a cegar piscinas populares que evocan el ‘hecho maldito’, el humanismo liberal retrocede a fondos medievales: pocas veces se ha visto aquí ese odio, pocas veces se han enfrentado con tanta claridad dos clases sociales”. (Prólogo a la 4° edición de Operación Masacre, junio de 1973)

Peronismo. “¿Te considerás incluido en el Movimiento Peronista? Rodolfo Walsh: “Si se admite que la antinomia básica del régimen, antiperonismo-peronismo, traduce la contradicción principal del sistema, opresores-oprimidos, yo no me voy a anotar en el bando de los opresores ni en el de los neutrales” (revista Primera Plana N° 489, 13 de junio de 1972).

Resistencia a la dictadura militar. “Propaganda infatigable por medios artesanales. Si las armas de la guerra que hemos perdido eran el FAL y la Energa, las armas de la resistencia que debemos aportar son el mimeógrafo y el caño” (Aporte a una hipótesis de resistencia – Los métodos de acción, 2 de enero de 1977).

La historia. “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada, cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas” (Entrevista de Ricardo Piglia a Walsh, marzo 1970).

libros.jpg Socializar el conocimiento. “¿Cómo analizarías el paso de un trabajador intelectual desde su posición individualista, reconocida, a una dimensión donde lo importante sea la colectivo, lo anónimo?”. Rodolfo Walsh: “Creo que es un paso muy duro, pero nunca más duro que el que da cualquier persona de otro sector social, el obrero y el estudiante por ejemplo, que abandona su realización personal, su posible prestigio, para entrar en una acción colectiva. Es un acto de renunciamiento donde se prescinden en muchos casos de la tarea específica, de la vida en familia. Existe un obstáculo inicial muy grande, que es la propia conformación del intelectual dentro del sistema. Pero ese obstáculo debe franquearse para poder recibir otras gratificaciones, las auténticas y mucho más importantes, que consisten en percibir las esperanzas, las inquietudes y los reclamos de la clase obrera; en una elaboración común de sus consignas, de sus caminos de salida…” (revista Nuevo Hombre Nº 2, 28 de julio de 1971).

aa.jpg El 25 de marzo de 1977, Rodolfo Walsh muere en un combate desigual: él solo contra todos sus verdugos. Sabe que no puede caer con vida. Unos días antes había redactado ese paradigma de denuncia escrita y defensa de principios que es la Carta abierta de un escritor a la Junta Militar, justamente al cumplirse un año del golpe cívico-militar.

Es más que evidente que Rodolfo Walsh cumplió hasta el final de su vida con su compromiso de “dar testimonio en momentos difíciles” como enuncia en aquella carta. Por ejemplo, en los cables de Cadena Informativa a partir de diciembre de 1976 y hasta su muerte, podía leerse como un copete, de su propia autoría: “Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El Terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el Terror. Haga circular esta información”.

Los bien pensantes, los intelectuales “progresistas”, con el retorno de la democracia en 1983, primero tratan de ignorar a Walsh, luego de “ningunearlo”. Ante la contundencia de sus escritos y valores deben resignarse a hacerle un lugar; eso sí, explicando permanentemente o dando a entender que era un brillante intelectual pero “políticamente equivocado”. Con lo que sin proponérselo están dando lugar a la gestación de una equivocación gigante –que alguna vez deberían tratar al menos de comenzar a explicar- a la que adhirieron en vida (desde el peronismo revolucionario) no solo Walsh, sino también Héctor Germán Oesterheld, Pedro Orgambide, Roberto Carri, Rodolfo Puiggrós, Holver Martínez Borelli, Jorge Cedrón, Rodolfo Ortega Peña y Francisco Urondo, entre tantos otros.

Hay entonces un solo Walsh, único e indivisible, que conforman el intelectual más el militante. Tratar deliberadamente de separarlos es volver adrede hacia atrás, hacia la confusión deliberada, hacia la oscuridad que nos iguala en la ignorancia.
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CON EL RENCOR DE UN MASTÍN ACORRALADO

Publicado 25 marzo 2007 por RB
Categorías: Estados Unidos

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Roberto Bardini

Jorge Mariscal, nacido en Los Ángeles y chicano de tercera generación, es hijo y nieto de soldados. Su abuelo, originario de Sonora, combatió en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Su padre peleó en Corea (1950-1953) y él estuvo en Vietnam en 1969, a los 19 años. Hoy es profesor del Departamento de Estudios Chicanos de la Universidad de San Diego, activista contra el reclutamiento militar de hispanoamericanos para Irak y miembro de la organización Oportunidades No Militares para los Jóvenes (YA-NO, por sus siglas en inglés).

Mariscal no es un cobarde, ni un tardío hippie pacifista, ni un desclasado oportunista de origen hispano que quiere trepar como sea en la escala social estadounidense. Al contrario, él representa a lo mejor de lo que el historiador boliviano Alcides Arguedas (1879-1946) bautizó como “raza de bronce” en 1919 y el pensador mexicano José Vasconcelos denominó la “raza cósmica” en 1948.

En febrero de 2006, cuando muy pocos podían aportar datos biográficos del hoy cuestionado secretario de Justicia de Estados Unidos, Alberto González, hijo de campesinos mexicanos del sur de Texas, Mariscal lo definió como un “ejemplo no significativo pero sí justificador de la agenda de la clase dirigente” de Estados Unidos.

El activista chicano incluyó en su comentario a la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y al general Ricardo Sánchez, el máximo comandante de Operaciones en Irak en 2003-2004 y responsable del ataque que costó la vida a los hermanos Uday y Qusay Husein y de la captura del padre, Saddam Hussein. En otras palabras, menos académicas: a pesar de su origen y del color de su piel, los tres funcionarios estadounidenses eran bien amaestrados perros de caza.

“González, Rice y Sánchez son todo lo contrario para los que queremos promover una sociedad más justa, no para unos ‘elegidos’, sino para todos”, dijo Mariscal hace un año, cuando el hoy acorralado secretario de Justicia estaba en la cresta de la ola. El profesor universitario citó a Frantz Fanon, autor de Los condenados de la tierra y combatiente condecorado por Francia en la Segunda Guerra: “El colonialismo fabrica ‘individuos ejemplares’, sacados del grupo oprimido, para demostrar las buenas intenciones de sus amos”.

El diario La Opinión, de Los Ángeles, opinó el 15 de marzo pasado: “Creemos que la pleitesía del ex juez a la Presidencia y su defensa de posiciones constitucionalmente dudosas, ha perjudicado a los ciudadanos tanto como a los inmigrantes en este país. […] Sus argumentos a favor de la tortura recuerdan a las dictaduras latinoamericanas defendiendo la ‘guerra sucia’. Su área de trabajo en la Casa Blanca parece ser elaborar excusas para defender esa aberración legal en ciertas situaciones”.

González, uno de los principales responsables de los excesos antiterroristas de Estados Unidos, ha tenido desde 1995 la fidelidad de un perro doberman con George W. Bush. Cuestionado por los escándalos de torturas a los prisioneros en la cárcel iraquí de Abu Ghraib y en la base militar de Guantánamo, le gustaba escudarse tras una frase: “Todos los días son 12 de septiembre”, en alusión al día siguiente de los atentados aéreos en Nueva York. Ahora se lamerá las heridas con el rencor de un mastín de caza que ha quedado fuera de combate.
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Y CUANDO BUSH DESPERTÓ LA GUERRA SEGUÍA AHÍ

Publicado 19 marzo 2007 por RB
Categorías: Estados Unidos, Medio Oriente

Roberto Bardini

En octubre de 2000, una periodista del periódico español La Vanguardia le preguntó al escritor Ray Bradbury cómo imaginaba el futuro. “Vamos a volver a la Luna y también vamos a ir a Marte. Me gustaría que el gobierno se cuestionara por qué no volvimos a la Luna. No debimos haberla dejado nunca. Nuestro destino no es estar solamente aquí en la Tierra”, contestó el autor de Fahrenheit 451.

Luego ante la pregunta de “¿para qué hemos nacido?”, Bradbury respondió: “Para mirar todo el universo, para celebrarlo. Tenemos que salir a examinarlo y colonizarlo. Tenemos que cumplir nuestro destino y volver a la Luna, y a Marte, y expandirnos, expandirnos”.

A casi siete años de distancia y ante las noticias que llegan de Medio Oriente, suenan fuertes las palabras “examinar”, “colonizar”, “expandirnos”… Sobre todo porque Bradbury no se considera a sí mismo un escritor de ciencia ficción sino “un narrador de cuentos con propósitos morales”. El destino de los hombres –ha dicho– es “padecer sufrimientos agobiadores para concluir vencidos, contemplando el fin de la eternidad”.

Un mes después de estas declaraciones, George W. Bush ganó la cuestionada elección presidencial de noviembre de 2000 sin haber logrado la mayoría de votos, un hecho inédito en la historia de Estados Unidos desde 1888. Por fallas en las máquinas de recuento de sufragios en el estado de Florida –donde su hermano Jeb Bush era gobernador– intervino la Corte Suprema de Justicia para darle el triunfo, otro hecho inédito desde 1876.

Durante su campaña como candidato, Bush había asegurado que se oponía a utilizar a las Fuerzas Armadas estadounidenses en intentos de reconstruir países en el extranjero. Desde entonces, Estados Unidos hizo exactamente lo contrario: no regresó a la Luna ni a Marte, pero se ha expandido bastante en la Tierra, sobre todo en Oriente Medio. Por eso hoy es como si las palabras de Bradbury se refirieran a Irak y Afganistán.

Aunque Bush se graduó en Letras por la Universidad de Yale en 1968 –año en que Ray Bradbury ganó el premio que otorga la Aviation-Space Writers Association (ASWA)– es poco probable que haya leído la obra del autor de Crónicas marcianas. En su libro de cuentos El convector Toynbee, publicado en 1988, Bradbury le hace decir a uno de sus personajes algo que es exactamente lo contrario del camino recorrido por Estados Unidos en los últimos seis años y que, visto con ojos actuales, es una pequeña perla del sarcasmo:

“¡Lo logramos!, exclamó. El futuro es nuestro. Reedificamos las ciudades, reconstruimos los pueblos, saneamos los lagos y ríos, purificamos el aire, salvamos a los delfines, aumentamos el número de ballenas, detuvimos las guerras, enviamos estaciones solares al espacio para iluminar el mundo, colonizamos la Luna, nos mudamos a Marte y luego a Alfa Centauro. Curamos el cáncer y derrotamos la muerte”.

El lunes 20 de marzo se cumplieron 48 meses de la invasión estadounidense a Irak y Bush pidió “paciencia”, con voz apagada, a quienes cada vez más se oponen a la ocupación del país árabe. La breve declaración televisada desde la Casa Blanca contrastó con su euforia del 1 de mayo de 2003, poco antes del derrocamiento de Saddam Hussein, cuando anunció desde la cubierta del portaaviones Abraham Lincoln que las mayores operaciones de combate en Irak habían terminado. Su frase Mission acomplished! (“¡Misión cumplida!”) fue reproducida en un enorme cartel que ondeaba sobre el buque. Pero hoy, cuando despertó, la guerra seguía ahí.

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CUSCUS WESTERN

Publicado 12 marzo 2007 por RB
Categorías: Estados Unidos, Medio Oriente

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Roberto Bardini

Está en el Golfo Pérsico y parece surgido de Las mil y una noches, pero en versión siglo XXI, con teléfonos satelitales, información digital de Wall Street y la cotización minuto a minuto del barril de petróleo en los mercados internacionales. Dubai, uno de los siete emiratos árabes, ubicado en la antigua Costa de los Piratas –que describió Emilio Salgari hace más de cien años sin haber salido de Italia– es un paraíso fiscal con poco más de un millón de habitantes, que representa lujo, enormes fortunas y negocios multimillonarios.

El pequeño reino árabe tiene el único hotel siete estrellas del mundo que, además, es el más alto del planeta y fue construido en una de las siete islas artificiales frente a la costa. El precio por día de una habitación sencilla es de tres mil dólares.

En la zona comercial se encuentran The Emirates Towers, las torres más elevadas de Medio Oriente, con 355 metros de altura. Y se está levantando el edificio más alto del globo, de 800 metros de altura y alrededor de 180 pisos.

Dubai, además, ofrece prostitución de lujo con sexoservidoras que “importa” de Bulgaria, Hungría, Rumania, Rusia y Ucrania. Estas mujeres blancas tienen gran demanda entre los hijos y sobrinos de los jeques petroleros de la región. Para los magnates árabes y europeos que las prefieren de piel más oscura, el discreto pero muy caro mercado mercado brinda jóvenes de Etiopía.

Y hacia allí se va la empresa petrolera texana Halliburton, que trasladará su sede para aprovechar el boom del mercado energético en la región, que le genera 38 por ciento de sus ingresos y donde trabajan 16 mil de sus 45 mil empleados repartidos en 70 países. El presidente ejecutivo de la compañía, David Lesar, mudará su oficina del impersonal Houston a la paradisíaca Dubai. Lesar, de 53 años, en 2007 se embolsó 26 millones y medio de dólares de ganancias personales.

No está de más recordar que el vicepresidente Richard Cheney fue el principal ejecutivo de Halliburton de 1995 a 2000.

El anuncio provocó en Washington el enojo de varios congresistas, ya que la firma sacó enorme provecho de contratos con las fuerzas armadas de Estados Unidos en Irak. “Es el peor ejemplo de la codicia corporativa”, dijo el senador demócrata Patrick Leahy, presidente del Comité Judicial de la cámara alta. “Es un insulto a los soldados estadounidenses y a los contribuyentes que pagaron por contratos no licitados y padecieron sus sobreprecios en todos estos años”.

Toda la opulencia que Dubai ofrece a los ejecutivos de Halliburton contrasta con las ratas, las cucarachas y el moho que padecían hasta hace poco los soldados heridos en Irak y Afganistán e internados en el Hospital Walter Reed, de Washington, una de las instituciones médicas supuestamente más prestigiosas de Estados Unidos. Las largas y lentas filas que debían hacer los convalecientes para lograr tratamiento seguramente no figurarán entre las futuras preocupaciones de David Lesar y los ávidos hombres de negocios de Halliburton que se establecerán en el Golfo Pérsico. Al fin y al cabo, esos incómodos soldados jamás aparecerán en las páginas de Forbes.

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LA PEQUEÑA ZANAHORIA DE BUSH

Publicado 6 marzo 2007 por RB
Categorías: Iberoamérica

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Roberto Bardini

George W. Bush exhibe en América Latina una fláccida zanahoria que dista mucho del erecto “gran garrote” del presidente republicano Theodore Roosevelt (1858-1919). Se denominó big stick a la política exterior de mano dura en el continente americano que inauguró el gobernante número 26 de Estados Unidos a principios del siglo XX, con una frase célebre pronunciada en el Congreso en 1904: “Hablemos suavemente pero con un gran garrote en la mano”.

La suavidad era la “zanahoria”, es decir los créditos y la ayuda económica. El “garrote” eran los marines, siempre listos a desembarcar en Colombia, Cuba, Haití, Nicaragua, República Dominicana y Panamá. Ahí está el origen de un concepto político que hoy, inexplicablemente, se considera pasado de moda: “imperialismo”.

Ya antes, en un discurso pronunciado en 1899 cuando era vicepresidente, Theodore Roosevelt fue brutalmente claro: “El desarrollo de la paz entre las naciones está confinado estrictamente a aquellas que son civilizadas. Con una nación bárbara la paz es condición excepcional. En los confines entre la civilización y la barbarie, la guerra es generalmente normal. Que los bárbaros sean el indio rojo en la frontera de Estados Unidos, el afgano en los confines de la India Británica o el turcomano que limita con el cosaco de Siberia, el resultado es el mismo. A la larga, el hombre civilizado encuentra que no puede conservar la paz más que subyugando a su vecino bárbaro, pues el bárbaro no cederá más que ante la fuerza”.

A partir de entonces, Estados Unidos aplicó en Hispanoamérica diversas modalidades de presión que fueron magistralmente descriptas en varios libros del periodista e historiador argentino Gregorio Selser (1922-1991), tres de ellos de títulos elocuentes: Diplomacia, garrote y dólares en América Latina (1962), Los cuatro viajes de Cristóbal Rockefeller (1971) y De la CECLA a la MECLA o la diplomacia panamericana de la zanahoria (1972).

A varias décadas de publicados, esos textos recuperan vigencia en momentos en que el presidente Bush se dispone a iniciar del 8 al 14 de marzo una gira por Brasil, Uruguay, Colombia, Guatemala y México. ¿Y qué ofrecerá en esos seis días? Reducir la pobreza mediante la promoción de biocombustibles como el etanol, impulsar el crecimiento de la pequeña empresa y ayudar a las familias con bajos ingresos para comprar casas. Es decir, nada o casi nada. Migajas.

Selser relata que cuando Richard Nixon asumió como presidente en enero de 1969, envió una misión de expertos a Iberoamérica para informarse de las necesidades de la región. La encabezaba el entonces gobernador de Nueva York, Nelson Rockefeller, un poderoso empresario nieto del fundador de la Standar Oil. El hombre de negocios efectó cuatro viajes en mayo, junio y julio de aquel año. La gira provocó violentos disturbios en casi todos los países que visitó. En Argentina se incendiaron 13 supermercados de su propiedad.

Cuando entregó su informe a fines de agosto, Rockefeller recomendaba a Nixon reforzar los ejércitos latinoamericanos, liberalizar la ayuda económica, fortalecer el comercio, abolir legislaciones restrictivas y mejorar la amortización de deudas. También expresó su inquietud ante el proceso de radicalización de la Iglesia luego de la Conferencia de Medellín y recomendó la promoción y fortalecimiento de las sectas religiosas conservadoras.

A 36 años de aquellos cuatro viajes, hoy la mayor parte de América Latina busca su propio camino sin agachar la cabeza ni pedir limosna, pero Bush no está en condiciones de ofrecer mucho más que sus antecesores. En este caso el tamaño es importante y la “zanahoria” resulta muy pequeña.
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EL GRAN JUEGO

Publicado 3 marzo 2007 por RB
Categorías: Asia, Estados Unidos

Estados Unidos, Pakistán y Al Qaeda: La geopolítica de los “letrados” o cómo patear traseros en público

 

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Roberto Bardini

Es probable que antes del 11 de diciembre de 2001 ni el presidente George W. Bush –licenciado en Letras por la Universidad de Yale en 1968– ni el vicepresidente Richard Cheney, quien obtuvo una maestría en Literatura por la Universidad de Wyoming en 1966, pudieran ubicar a Pakistán en un mapa. Casi tan seguro como que el nuevo director nacional de inteligencia, vicealmirante Mike McConnell, siete días atrás pudiera pronunciar correctamente el nombre del actual presidente de ese país, general Pervez Musharraf.

Pero, bueno, ellos hacen su mejor esfuerzo. El 20 de febrero pasado, Bush tomó juramento a McConnell –quien reemplazó al “zar” John Dimitri Negroponte en la dirección de las 16 agencias de espionaje estadounidenses, un puesto creado hace tres años– y solicitó a los servicios secretos que reclutaran agentes que dominen idiomas y culturas foráneas, sobre todo de Medio Oriente. Entre las lenguas extranjeras mencionó el árabe, el farsi (persa) y el urdu, que se habla en Pakistán. El objetivo: recolectar “los mejores datos sobre los planes y las intenciones del enemigo”, fundamentalmente la fantasmal red terrorista Al Qaeda.

Y parece que Al Qaeda –ese ubicuo círculo sin centro ni bordes– está ubicado en la montañosa frontera Pakistán-Afganistán. Al menos eso creen Cheney y McConnell, dos repentinos especialistas en países y regiones que para poder observar cinco o seis años atrás en un mapamundi satelital tenían que recurrir a sus respectivos asistentes.

Hace pocos días el vicepresidente norteamericano estuvo dos horas en Islamabad, aún con el esfínter alterado a causa del atentado en la base militar de Bagram, reivindicado por un grupo talibán. Allí le expresó al mandatario pakistaní la preocupación de Estados Unidos por “el reagrupamiento de Al Qaeda en zonas tribales” y le pidió “esfuerzos para enfrentar la amenaza”. De paso, deslizó que el Congreso, ahora bajo control demócrata, podría reducir la ayuda económica a Pakistán si no hace progresos en la lucha antiterrorista.

Poco antes, el vicealmirante McConnel –un hombre de bajo perfil en el submundo del espionaje estadounidense– había asegurado con absoluta certeza en Washington que Osama bin Laden y su número dos, Aynman al Zawahiri, los dos hombres más buscados del mundo, están intentando montar una base de operaciones en el noroeste de Pakistán, donde estarían ocultos.

El ministro del interior pakistaní, Aftab Jan Sherpao, lo negó categóricamente y pidió a Washington que proporcione “inteligencia sólida” para poder operar. El mensaje fue: “Si tienen información, compártanla y dejen de patearnos el trasero públicamente”. Y Musharraf se quejó de que intentan convertir a Pakistán en “chivo expiatorio” por los fracasos de la ocupación militar en Afganistán. Ambos –que no son un par de querubines, precisamente– reiteraron que su país es el principal aliado de Estados Unidos contra el terrorismo.

Es lo que el escritor británico Rudyard Kipling (1865-1936), nacido en Bombay, llamó “el gran juego” en su novela de espionaje Kim de la India. Y en El Libro de las Tierras Vírgenes, publicado en 1893, el autor le hace decir a uno de sus personajes: “Nuevas tierras significan nuevas pendencias”. Pakistán, que en urdu quiere decir “tierra de los puros”, hoy sería para Kipling una fuente de inspiración por sus dobles juegos, triples lealtades, grupos fundamentalistas, servicios secretos entrecruzados y sinuosas alianzas internas y externas.
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COMO UN TIGRE DE BENGALA ACORRALADO

Publicado 7 febrero 2007 por RB
Categorías: Estados Unidos, Iberoamérica

 

Estados Unidos, Nicaragua y los misiles Sam-7

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Roberto Bardini

El 7 octubre de 1986, varias paredes de Managua y otras ciudades nicaragüenses amanecieron pintadas con una extraña frase: Los aviones gringos hasen… ¡fusss! El humor de la época se refería al mercenario estadounidense Eugene Hasenfus, de 45 años y originario de Wisconsin, quien se transformó en el desconocido más famoso del momento cuando su foto dio la vuelta al mundo. Había sido capturado un día antes por Raúl Acevedo, un soldadito de 20 años de edad, con 22 meses de servicio militar, en una zona selvática a orillas del río San Juan, cerca de la frontera con Costa Rica.

Veintiún años atrás, el 20 de septiembre de 1965, otra fotografía también había circulado alrededor del planeta: Nguyen Kim Lai, una miliciana vietnamita de 17 años y 36 kilos de peso, conducía prisionero a W. H. Robinson, un fornido piloto norteamericano cuya aeronave había sido derribada por el vietcong. Era la imagen actualizada del triunfo del David tercermundista contra el Goliat del Primer mundo.

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Esa imagen se repitió, con variantes de tiempo y lugar, en la tierra de Augusto César Sandino, “el general de hombres libres”. En las primeras planas de los diarios de varias capitales, Hasenfus se convirtió en el primer estadounidense apresado vivo desde que el gobierno de Ronald Reagan había iniciado en 1982 su guerra no declarada contra Nicaragua. Hacía 79 años que los nicas no tomaban prisioneros de esa nacionalidad: en 1907, el general liberal José Santos Zelaya ordenó la detención y fusilamiento de dos norteamericanos que conspiraban para derrocarlo.

El “soldado de fortuna”, se supo después, había servido en Vietnam entre 1960 y 1965 como miembro de la sección de abastecimientos de los marines. De 1965 a 1973 trabajó para la Southern Air Transport (SAT), una empresa encubierta de la CIA, y realizó misiones de aprovisionamiento en Laos, Kampuchea y Tailandia.

Apenas 48 horas antes de su captura otro soldadito de 19 años, José Canales con sólo cinco meses de servicio militar, había derribado el avión C-123 en el que viajaba con pertrechos para los contras antisandinistas. El chico lo “bajó” con un misil tierra-aire Sam-7, de fabricación soviética, un arma portátil liviana de alto poder destructivo para la que se requiere un solo hombre.

Dos décadas más tarde, el ejército de Nicaragua conserva mil cien de esos cohetes. Mil fueron destruidos en 2005 por órdenes del ex mandatario Enrique Bolaños, a pedido de Estados Unidos. Ahora Washington le demanda al presidente Daniel Ortega que se deshaga de los restantes Sam-7, a lo que el ex comandante sandinista ha replicado que “es absurdo e inconcebible” porque son necesarios para la defensa del país. En contraste, la administración Bush aprobó renovar la flota aérea de guerra de Honduras. El Salvador también posee gran cantidad de aviones de guerra.

A todo esto, Rusia observa con interés a esta parte del mundo: América Latina se presenta como un mercado atractivo para colocar armas largas, misiles, vehículos terrestres, aviones y helicópteros. Las ventas ya comenzaron a Venezuela, Brasil y, en menor escala, México, Ecuador y Perú. Uruguay adquirió 400 camiones utilitarios Ural, transportes blindados livianos de exploración y una cantidad reducida de fusiles AK-47.

El armamento ruso se distingue por la simpleza en el diseño, la facilidad de manejo, el bajo costo y, lo que es más importante, porque ha sido probado en combate. En 2005 el volumen de exportaciones de armas rusas se ubicó en un segundo puesto a nivel mundial con 5.771 millones de dólares, seguido por Francia con 2.399 millones. Estados Unidos mantiene el primer lugar con 7.101 millones.

Ortega asumió como presidente apenas hace un mes y Washington ya comenzó a presionarlo. Los asesores de George W. Bush en el Departamento de Estado y el Pentágono deberían leer a Rudyard Kipling. Los guías de caza en la antigua Bengala recomendaban a los europeos que llegaban de safari dos opciones frente a un tigre acorralado y furioso: matarlo inmediatamente o dejarlo huir. Lo que no se podía hacer era aferrarlo con fuerza de los testículos y pedirle con suavidad que obedezca.

WASHINGTON, CHÁVEZ Y LOS “HIJOS DE PUTA”

Publicado 2 febrero 2007 por RB
Categorías: Iberoamérica

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Roberto Bardini

La actual intranquilidad de Estados Unidos respecto a la Venezuela bolivariana del presidente Hugo Chávez contrasta con su despreocupación en el pasado hacia otros países hispanoamericanos dominados por personajes nefastos. Se pueden mencionar, por ejemplo, la República Dominicana de Trujillo (1930-1961), El Salvador de Maximiliano Hernández Martínez (1931-1944), la Nicaragua del clan Somoza (1937-1979), el Paraguay de Stroessner (1954-1989) y el Haití de los Duvalier (1957-1986). Entre los años 60 y 80, Washington respaldó a una serie de tiranuelos centroamericanos y dictadores sudamericanos que iban desde el guatemalteco Efraín Ríos Montt hasta el argentino Jorge Rafael Videla y el chileno Augusto Pinochet.

A todos ellos les calzaba como anillo al dedo la célebre frase del cuatro veces presidente Franklin Delano Roosevelt (1933-1945), promotor de “la política del buen vecino”, al referirse al primer Somoza, fundador de la “estirpe sangrienta”, como la denominó el periodista nicaragüense Pedro Joaquín Chamorro: “Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Lo reafirmó años después el escritor británico John Le Carré, durante una conferencia sobre el fin de la Guerra Fría que dio en Estados Unidos en 1993: “Hicimos héroes a títeres dictadores que no nos hubiéramos atrevido a convidar a entrar a nuestro jardín”.

Ahora el incómodo, rimbombante y verborrágico Hugo Chávez fue autorizado por la Asamblea Nacional venezolana a disponer de poderes especiales hasta mediados de 2008 para “profundizar la revolución bolivariana” y avanzar hacia “la construcción del socialismo”. Durante los próximos 18 meses el ex teniente coronel de paracaidistas podrá legislar sobre asuntos económicos, sociales y tributarios, transformar instituciones del Estado, cambiar normas de seguridad ciudadana y jurídica, ciencia y tecnología, defensa nacional, infraestructura, transporte y servicios. Chávez fue reelegido en diciembre del año pasado para el período 2007-2013 con casi dos tercios de los votos.

El gobierno estadounidense ya anunció que seguirá de cerca la forma en que el presidente venezolano ejerce sus nuevas atribuciones. “Veremos cómo utiliza esos poderes el señor Chávez”, declaró el vocero del Departamento de Estado, Sean McCormack. Y el controvertido ex zar de inteligencia John Dimitri Negroponte –de quien se comenta que llegará al Departamento de Estado para reemplazar a Condoleezza Rice antes de que termine la administración Bush– anunció que Washington asumirá una actitud “más activa” en la región para contrarrestar la influencia de Chávez, quien “está amenazando la democracia” en el continente.

Claro, uno puede preguntarse por qué Washington no siguió más de cerca o adoptó una posición “más activa” en los casos de Trujillo, Hernández Martínez, el clan Somoza, Stroessner, los Duvalier, Ríos Montt, Videla y Pinochet. Porque Chávez tiene algunas diferencias con todos ellos. Para empezar, su vínculo con las urnas. El ex militar logró su primera victoria en las elecciones presidenciales en diciembre de 1998. En diciembre del año siguiente ganó un referéndum convocado para elaborar una nueva Constitución. En julio de 2000 fue ratificado en el gobierno con casi 60 por ciento de los votos escrutados. En diciembre de ese año, ganó casi dos tercios de los votos en otro referéndum sobre la reorganización de las centrales obreras.

En agosto de 2004, cuatro días antes de cumplir cuatro años en el poder, Chávez derrotó a la oposición en otro referéndum convocado para decidir si continuaba o no en el gobierno. En octubre, el chavismo venció en las elecciones para gobernadores y alcaldes en 22 de los 24 estados de Venezuela; únicamente Zulia y Nueva Esparta quedaron en manos de la oposición. En las elecciones parlamentarias de diciembre de 2005 los chavistas se quedaron con todas las bancas del Parlamento luego de que los principales partidos de oposición decidieran retirarse y llamaran a la abstención. Y en las elecciones presidenciales de diciembre de 2006, Chávez fue reelegido mientras su principal contendiente, Manuel Rosales, reconoció su derrota.

Si se trata de identificar o vigilar auténticos “hijos de puta” al estilo rooseveltiano, desde hace muchos años Washington anda mal encaminado.
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LA ESPADA DE BOLÍVAR Y LAS DEMOCRACIAS DE PLASTILINA

Publicado 19 enero 2007 por RB
Categorías: Iberoamérica

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Roberto Bardini

En la cultura inca los símbolos tienen fuerza, cobran vida y pueden transformarse en hechos. El economista Rafael Correa asumió oficialmente el lunes 15 de enero la presidencia de Ecuador en la Asamblea Nacional, pero 24 horas antes asistió a una ceremonia de posesión no oficial en el poblado indígena de Zumbahua, a cien kilómetros al sur de Quito y enclavado a 3,750 metros de altura en los Andes, que estuvo cargada de señales.

Primer símbolo: los acompañantes. En esa inhóspita región ubicada “en la mitad del mundo”, donde en su juventud Correa fue catequista y maestro voluntario, estuvo acompañado por el venezolano Hugo Chávez y el boliviano Evo Morales. También había sacerdotes salesianos y guías yachag, que en quechua que significa “sabio”.

Los religiosos católicos, encabezados por el italiano Luigi Ricciardi, celebraron una misa en dialecto quechua. La orden de los salesianos, con quienes estudió Correa, está inspirada en Francisco de Sales (1567- 1622), un hijo de aristócratas franceses de Saboya, al norte de Italia, y es la tercera congregación religiosa masculina después de los jesuitas y los franciscanos. Tiene como objetivo formar a jóvenes de pocos recursos e inculcarles la “sana alegría”, el cumplimiento del deber y la ayuda a los demás.

Los yachags andinos –que no se consideran chamanes ni curanderos, sino orientadores de la comunidad– le entregaron a Correa el bastón de mando indígena junto con un poncho, una bufanda blanca y un sombrero negro que representan “poder para servir”.

Segundo símbolo: el rechazo a la representación parlamentaria demoliberal capitalista. Ese domingo, a la hora de los discursos, cuando el alcalde del lugar mencionó a “los señores diputados del Congreso”, una rechifla invadió la plaza central de Zumbahua y la multitud comenzó a gritar: “¡Fuera! ¡Fuera!”. Ese equivalente al “que se vayan todos” argentino, evidenció el hastío de los ciuidadanos de a pie por la politiquería de las últimas décadas.

Correa, graduado en economía por las Universidades de Illinois y Lovaina, afirmó al día siguiente que “nuestra clase dirigente ha fracasado porque los representantes no entienden que deben responder a los ciudadanos”, reiteró su intención de impulsar una “revolución constitucional” y se propuso “terminar con este período de democracias de plastilina”.

Tercer símbolo: el mensaje de unidad iberoamericana. También aquel domingo, Hugo Chávez le entregó a Rafael Correa una réplica de la espada del libertador Simón Bolívar. Al otro día, en su primer discurso como mandatario en la Asamblea Nacional, el economista levantó el obsequio ante el auditorio y proclamó: “Alerta que camina la espada de Bolívar por América Latina”. Antes había dicho que “el nefasto ciclo neoliberal ha sido definitivamente superado, como lo demuestran los pueblos de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Nicaragua, Uruguay, Venezuela y ahora Ecuador”.

La nueva tendencia en América Latina en este siglo parece ser clara y en Washington se deben estar mordiendo los codos. Atrás quedó el tenebroso folclore con partitura extranjera que alguna vez ejecutaron en el escenario de guignol el ecuatoriano Abdala Bucaram, el peruano Alberto Fujimori, el argentino Carlos Menem, el brasileño Fernando Collor de Melo, la panameña Mireya Moscoso, el nicaragüense Arnoldo Alemán y unos cuantos impresentables más. El “viejo topo” de la historia sigue trabajando.
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BUSH, EL “CRIADO PERFECTO”

Publicado 12 enero 2007 por RB
Categorías: Estados Unidos

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Roberto Bardini

No hubo sorpresas en el esperado discurso al país –y al mundo– del presidente George W. Bush sobre su nuevo plan en Irak. Tal como habían adelantado varios medios de comunicación, el mandatario anunció que enviará 21.500 soldados más al país árabe y que aumentará la ayuda económica. Sin embargo, la mayor parte de los fondos se destinará a las fuerzas militares, mientras que el sector civil apenas recibirá una quinta parte.

Para ejecutar su nueva estrategia –que es prácticamente la misma que en estos últimos cuatro años– el presidente dijo que necesita 6.800 millones de dólares. La forma en la que se dividirá esa partida evidencia que la Casa Blanca otorga más peso al factor militar que a los programas civiles: 5.600 millones de dólares serán para el refuerzo de tropas y mil 200 millones de dólares se aplicarán a proyectos de reconstrucción y empleo.

Bush intentó minimizar el uso de la fuerza y acentuar que la solución del conflicto debe ser política, aunque la forma en que lo hizo resultó bastante limitada y “municipal”. Dijo que “una estrategia de éxito en Irak va más allá de las operaciones militares. Los ciudadanos iraquíes deben ver que las operaciones militares son acompañadas por mejoras visibles en sus barrios y comunidades”.

Imperturbable, afirmó que “retroceder ahora sería forzar el colapso del gobierno iraquí” y pronosticó que “la nueva estrategia que anuncio hoy cambiará el curso de Estados Unidos en Irak y nos ayudará a tener éxito en la guerra contra el terrorismo”. En otras palabras, nada nuevo.

Con 437 mil kilómetros cuadrados de superficie –aproximadamente el tamaño del estado de California– y cerca de 27 millones de habitantes, Irak está dividido en 18 provincias, de las cuales el gobierno colaboracionista del primer ministro Nuri al Maliki sólo controla tres. Las restantes están ocupadas por fuerzas estadounidenses y británicas.

El hombre más peligroso del mundo

El 3 de noviembre del año pasado, cuando faltaban cuatro días para las elecciones legislativas que dieron el triunfo a los demócratatas en el Congreso de Estados Unidos, una encuesta publicada por el diario The Guardian, de Londres, informó que los británicos creían que George W. Bush es más peligroso para el mundo que el líder norcoreano Kim Jong-il, el clérigo libanés Hassan Nasrallah –líder del grupo Hisbolá– y el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad.

El sondeo era parte de una consulta internacional, encargada por el diario inglés y los periódicos La Presse y Toronto Star, de Canadá, y Haaretz, de Israel. En el caso del Reino Unido, país tradicionalmente aliado a Estados Unidos, el 75 por ciento de los encuestados estimó que Bush representa un peligro para la paz mundial, por delante de Jong-il (69 por ciento), Nasrallah (65 por ciento) y Ahmadineyad (62 por ciento).

Dentro de Estados Unidos, la percepción de los ciudadanos no es mucho mejor. Quince horas antes de que el presidente Bush pronunciara su discurso, el diario USA Today publicó una encuesta que revela que sólo un 12 por ciento de los estadounidenses apoya la “nueva estrategia”. El sondeo, realizado por el instituto Gallup, también encontró que ocho de cada diez entrevistados creen que la guerra ha empeorado más de lo que el gobierno esperaba. Casi la mitad aseguró creer que, al margen de los soldados que se manden, Estados Unidos no podrá cumplir sus metas en Irak.
“Más ambición que sesos”

El 29 de septiembre de 2001, el escritor argentino Tomás Eloy Martínez escribió en el diario La Nación, de Buenos Aires, que antes de los atentados de las Torres Gemelas de Nueva York, Bush “era un muchachote que parecía fuera de lugar en el Salón Oval de la Casa Blanca. Se le entendía poco lo que decía, no tanto por el siseo montaraz de su elocución como por su sintaxis enrevesada y tartamuda, detrás de la cual se abría un desierto blanco y vacío”. Según el novelista, es “audaz, provinciano, con más ambición que sesos”.

Lo cierto es que detrás de Bush existe un poderoso conglomerado de intereses de tipo empresarial, industrial-militar y financiero, para el cual él sólo cumple la doble función de portavoz y ejecutor. Esto lo explicó muy claramente el analista mexicano Fernando Montiel, consultor en resolución de conflictos, en el artículo “La guerra como negocio”, publicado en 2004:

“Mediocre como es, Bush tiene el perfil del presidente perfecto para las grandes corporaciones. Fanático, disléxico, retrasado mental (tiene menos de 90 de coeficiente intelectual), alcohólico no rehabilitado, con tendencias megalómanas y sádicas de acuerdo con un reciente estudio psiquiátrico, el actual ocupante de la Casa Blanca, cumple con todos los requisitos que exige un gobierno empresarial: ignorante y bisoño, fácil de manipular, fácil de engañar, fácil de extorsionar y fácil de dirigir. Por todo esto, cualquier persona medianamente racional debería exigir su salida del despacho oval, pero precisamente son éstas las razones por las que a las corporaciones les conviene tenerlo dentro. Es el criado perfecto”.
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