LA HORA FINAL DE CASTRO

Publicado 22 febrero 2008 por RB
Categorías: Periodismo, Personajes

Roberto Bardini

El título está tomado del libro publicado en 1992 por el periodista argentino naturalizado estadounidense y columnista del Miami Herald, Andrés Oppenheimer, por el que ganó el Premio Ortega y Gasset en España. Son más de 400 páginas, resultado de una estadía de seis meses en Cuba y más de 500 entrevistas a partidarios y opositores, menos al personaje objeto del libro. La contratapa prometía revelar “la historia secreta detrás del gradual derrumbe del comunismo en Cuba”, pero transcurrieron 16 años y el no-entrevistado se retira del gobierno luego de cumplir casi medio siglo en el poder, el comunismo aún no se derrumbó en la isla y, como bromean algunos colegas, Oppenheimer no devolvió el premio.

tad.jpgMás suerte con Castro tuvo Tadeusz Witold Szulc, un judío polaco de familia rica que fue joven reportero de Associated Press en Brasil, luego encargado de cubrir la ONU para United Press y, finalmente, célebre corresponsal y enviado especial del New York Times durante 15 años. Conocido mundialmente como Tad Szulc, era un dandy aficionado a la buena cocina y con excelentes vínculos en la alta sociedad de Washington y Nueva York. Ninguna de estas características atenuó su minuciosa curiosidad de investigador, que para la CIA lo hizo sospechoso como “izquierdista”.

Autor de 25 libros y fallecido en 2001 a los 74 años, Szulc nunca fue correa de transmisión de los poderosos ni propagandista de ninguna ideología porque era un aristócrata como persona y como profesional. Entrevistó a Castro por primera vez en 1959 cuando recién había triunfado la revolución y volvió a entrevistarlo en 1961, después de la invasión estadounidense a Playa Girón. Desde entonces, a diferencia de Oppenheimer, llegaba a La Habana cuando quería.

En abril de 1984, el periodista publicó en Parade Magazine una charla que da el tono de la relación que mantenía con el líder:

“Conocí a Castro hace 25 años, cuando yo era un joven periodista del New York Times y acababa de triunfar la revolución cubana. Tuvimos en esa época muchas largas conversaciones en las que Castro me iba explicando lleno de entusiasmo los planes del futuro revolucionario. En 1961, poco después de la abortada invasión de bahía Cochinos, regresé a Cuba, donde recorrí, acompañado de Castro, el escenario de la batalla. Habían pasado 23 años desde nuestro último encuentro y me hallaba ahora en el espacioso y sencillo despacho de Castro en el palacio de la Revolución, de La Habana, retornando la conversación donde la habíamos dejado hacía una generación.

“A sus 57 años, Fidel Castro parece mantenerse en una forma física impresionante. Está más delgado que antes y sus reflejos son asombrosos (como pude comprobar cuando estuvimos cazando patos ese domingo), y su energía no ha disminuido.

“Mientras escuchaba a Castro, tenía la impresión de que no habían pasado los años. Nuestra relación parecía la misma, como si estuviéramos continuando una conversación que había empezado una tarde hacía un cuarto de siglo. Efectivamente, su inteligencia y su retórica eran más agudas aún que cuando éramos jóvenes”.

En 1986, el reportero estrella publicó Fidel, un retrato crítico, hasta el momento la mejor biografía sobre el personaje, que no cae en odas al “comandante internacionalista” ni en ataques al “dictador comunista”. Szulc convenció a Castro de que no existía una “biografía seria” de él. Y el personaje, que de antemano sabía que no le iba a gustar lo que el periodista iba a escribir, aceptó: le abrió todas las puertas, lo abrumó con datos, no dejó pregunta sin responder y estuvo de acuerdo en no revisar los originales antes de su publicación.

Y, efectivamente, a Castro el libro no le agradó pero Szulc se transformó en el biógrafo más fiable de todos los que acometieron la tarea, entre los que se encuentran el español Ignacio Ramonet, el chileno Jorge Edwards, el brasileño Frei Betto, el cubano Norberto Fuentes y, desde luego, el argentino naturalizado estadounidense Andrés Oppenheimer.

Dieciséis años atrás, mientras leía el libro de Oppenheimer recordé una anécdota. A fines de diciembre de 1989 me encontraba en Buenos Aires en medio de un problema: tenía que renovar mi pasaporte argentino –trámite poco amable que se hacía en la Policía Federal y duraba 21 días hábiles– pero mi pasaje de regreso a México estaba marcado para la segunda semana de enero. Un periodista amigo me pasó el dato de una cubana anticastrista que tenía vinculaciones con varios comisarios y se ocupaba de agilizar estas gestiones extraoficialmente a cambio de una tarifa razonable.

La señora –una morena impactante y muy cálida– tenía un pequeño local lleno de chucherías de plástico frente al Departamento de Policía, que era la tapadera de su verdadero negocio. Cuando fui a verla, me escuchó cinco minutos y durante una turbulenta media hora habló pestes de Fidel. A la semana, me entregó mi pasaporte renovado. En agradecimiento quise pagarle un poco más del precio convenido, pero se negó.

“Oye, no”, me dijo. “Fijamos un precio y te lo voy a respetar. Ahora si tú quieres hacerme un regalito, alguna baratija, eso es otra cosa. Si algo nos enseñó aquel grandísimo hijueputa que tú ya sabes, es a tener dignidad”.

EL “FORREST GUMP DE LA PAZ”

Publicado 20 noviembre 2007 por RB
Categorías: Iberoamérica

Roberto Bardini

gustavomoncayo.jpgEl personaje central de la película Forrest Gump, novela de 1985 llevada al cine en 1994, que ganó seis Oscar y dio casi 700 millones de dólares de ganancias en todo el mundo, nació en el “sur profundo” de Estados Unidos y tiene un cociente intelectual de 75. No es el caso de Gustavo Moncayo, un humilde profesor de ciencias sociales en Sandoná, un pueblito del departamento de Nariño, al extremo sur de Colombia y cerca de la frontera con Ecuador, conocido como “el caminante de la paz” y “el Forrest Gump colombiano”.

pablo_emilio.jpgMoncayo, de 53 años y padre de un joven suboficial retenido desde el 21 de diciembre de 1996 por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), se hizo famoso mundialmente por su caminata desde Sandoná hasta Bogotá en reclamo por la libertad de su hijo. El cabo Pablo Emilio Moncayo, considerado el rehén más antiguo del mundo, tenía entonces 19 años y una década después poco se sabe de él.

sandona.jpgCon dos mudas de ropa y un recipiente con agua, el 17 de junio de este año Moncayo salió caminando de su pueblo y arribó a la capital el 1 de agosto. En esos 47 días atravesó siete departamentos y recorrió 1.208 kilómetros hasta llegar a la Plaza de Bolívar, tras un millón y medio de pasos en la carretera Panamericana.

En el trayecto juntó alrededor de dos millones de firmas a favor del intercambio de prisioneros entre el ejército y las FARC. Durante la marcha la gente lo alentó a gritos, lo acompañó durante largos tramos y se fotografió con él. Le entregaron alimentos, bebidas, flores y cartas.

En Bogotá, Moncayo estuvo activo. Se entrevistó con el presidente Álvaro Uribe, a quien hizo esperar una hora porque antes quería asistir a misa. Después, acompañado familiares de los rehenes, se reunió con los embajadores de Holanda, Italia, Francia y Alemania, y con representantes de la Comunidad Europea. Luego viajó a Europa, donde visitó las principales capitales para explicar el drama de los prisioneros y estuvo en el Vaticano con el papa Benedicto XVI.

Ahora, el humilde profesor de secundaria –que también enseñaba a tocar guitarra, flauta y quena a los niños de su pueblo– caminará los más de 1.400 kilómetros que van desde Bogotá hasta Caracas para reclamar a los guerrilleros y al gobierno colombiano que cedan en sus condiciones para negociar un trueque de rehenes y prisioneros.

Los rebeldes tienen en su poder a 45 soldados, policías, políticos y tres agentes antidroga de Estados Unidos que quieren canjear por 500 guerrilleros que están en prisión. Piden que el gobierno desmilitarice un territorio de 800 kilómetros cuadrados en el departamento del Valle del Cauca, al suroeste del país, para realizar allí la negociación pero el presidente Álvaro Uribe ha dicho que no desmilitarizará “ni un milímetro de la patria”. En septiembre pasado, el presidente venezolano Hugo Chávez se ofreció como mediador entre su colega colombiano y las FARC, y afirmó que estaba dispuesto a “ir al infierno” para lograr el intercambio humanitario.

La esposa de Moncayo, María Stella Cabrera, profesora de filosofía y castellano, demuestra que luego de 30 años de matrimonio mantiene el sentido del humor. Cuenta que cuando recién se casaron, su marido –que entonces era aprendiz de radiotécnico– se ganaba la vida vendiendo televisores a pie, puerta a puerta. “Por eso camina tanto”, dice.

En las paredes de Bogotá, mientras tanto, ya apareció un graffiti: “No le crea a nadie, salga a caminar”.

PUTIN, VOZ BAJA Y UN GARROTE EN LA MANO

Publicado 16 octubre 2007 por RB
Categorías: Estados Unidos, Rusia

Roberto Bardini

En 1990, tras el desmantelamiento del KGB, Vladimir Putin –de origen humilde, graduado con honores en Derecho, especialista en relaciones internacionales e hijo único de un inválido de guerra– tenía 37 años, se había quedado sin empleo y consideraba la posibilidad de trabajar como taxista en Leningrado. Sus últimos destinos como analista de inteligencia habían sido Dresde y Berlín, en la hoy disuelta República Democrática Alemana.

lentes.JPGPero en 1998 fue nombrado director del Servicio Federal de Seguridad (FSB), la agencia que sucedió al KGB, y menos de una década después se transformó en uno de los hombres más poderosos del mundo y en un fuerte dolor de hígado para Washington.

Parece que Alemania representa un espacio estratégico para Putin. Fue en la Conferencia sobre Seguridad de Munich en febrero de este año, a la que asistieron 250 jefes de gobierno, ministros y expertos de 40 países, donde se convirtió en el protagonista indiscutible con un lenguaje de confrontación que recordó los años de la Guerra Fría. El presidente ruso cuestionó a Estados Unidos por querer implantar un mundo unipolar, lo acusó de ejecutar acciones unilaterales al margen de la ley internacional y le advirtió contra el uso militar del espacio.

3.JPG“Constatamos un uso exagerado y casi incontrolado de la fuerza en las relaciones internacionales”, dijo Putin. “Estados Unidos, ha traspasado sus fronteras nacionales en todas las formas. Esto es muy peligroso, nadie se siente ya seguro, porque nadie puede protegerse en el derecho internacional”.

Con una dureza que sorprendió a los analistas internacionales, Putin criticó el concepto de un “mundo unipolar” y dijo que las acciones de Estados Unidos en el exterior habían empeorado los conflictos. “¿Qué es un mundo unipolar? No importa lo bonito que sea este término, implica un solo centro de poder, un solo centro de fuerza y un solo maestro”, señaló. Y con palabras muy poco usuales en este tipo de reuniones internacionales, agregó: “Siempre nos dan lecciones sobre democracia, pero los que nos enseñan la democracia no quieren aprenderla ellos mismos”.

merkelputin.jpgAhora no le debe haber causado mucha gracia al Departamento de Estado norteamericano la entrevista de Putin con la canciller alemana Angela Merkel el lunes 15 de octubre en Wiesbaden, un elegante balneario de aguas termales conocido como “la Niza del Norte”, donde uno de cada 270 habitantes es millonario y que, curiosamente, era el destino preferido de la aristocracia rusa antes de la revolución de octubre de 1917.

rambo.JPGLuego de recibir con honores militares a Putin –que habla perfecto alemán– Merkel calificó como “compañerismo estratégico” los vínculos entre los dos países, que incluyen convenios sobre seguridad, petróleo y gas. El mandatario llegó con 13 ministros, entre los que destacaban los de Relaciones Exteriores, Interior, Defensa, Finanzas y de Energía.

El intercambio comercial entre Alemania y Rusia llegó en lo que va de 2007 a casi 23 mil millones de dólares. En los primeros seis meses de este año la inversión alemana en la economía rusa superó los dos mil millones de dólares. Y en diciembre próximo se fundará en Moscú la Cámara Germano-Rusa de Comercio.

Dos días antes de viajar a Alemania y luego a Irán, Putin amenazó con la posible salida de Rusia del Tratado sobre Misiles de Alcance Medio y Más Corto (INF por las siglas en inglés: Intermediate-Range Nuclear Forces) por el que Moscú y Washington acordaron hace 20 años eliminar para siempre estos proyectiles.

1.JPGFirmado en diciembre de 1987 por Ronald Reagan y Mijail Gorbachov, el Tratado INF prevé la prohibición permanente de misiles estadounidenses y soviéticos con un alcance de 500, 1.000 y 5.000 kilómetros. Ahora el acuerdo podría quedar sin efecto como respuesta al emplazamiento estadounidense de un escudo de cohetes antimisiles en Polonia y la República Checa, cerca de las fronteras rusas.

1judo.JPGEso no fue todo. Al día siguiente de su visita a Alemania, en la reunión cumbre de países del Mar Caspio realizada en Teherán, Putin defendió el derecho de Irán a poseer la energía nuclear y advirtió contra cualquier acción militar de represalia. El presidente ruso y los jefes de estado de Azerbaiyán, Irán, Kazajistán y Turkmenistán firmaron una declaración de apoyo al programa iraní de enriquecimiento de uranio.

Putin es el primer líder ruso que llega a este país desde 1943, cuando José Stalin se reunió en Teherán con Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt durante la Segunda Guerra Mundial.

putinjudo2.JPGEl ex agente secreto se declara seguidor de la Iglesia ortodoxa, no fuma ni bebe y practica deportes. Se destaca en judo, del que es cinturón negro, y sambo, un arte marcial de las fuerzas especiales soviéticas del que fue varias veces campeón en San Petersburgo. Además del idioma alemán, en el KGB adquirió algunas nociones de español, francés e inglés.

Putin tiene algo en común con Roosevelt. Igual que el presidente norteamericano, el ruso conoce –y, si es necesario, aplica– un viejo proverbio africano: “Cuando te dirijas a tu adversario, habla en voz baja pero lleva un garrote en la mano”.

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ES LONDRES, NO TEHERÁN

Publicado 25 septiembre 2007 por RB
Categorías: Argentina

Roberto Bardini

Hace 40 años, ante la inminencia de un enfrentamiento militar entre Israel y una mal compactada coalición integrada por Egipto, Jordania, Irak y Siria, muchos nacidos en Argentina –pero de escasa raigambre nacional– optaron a favor o en contra de los bandos en pugna y quisieron embarcar al país en ese lejano conflicto.

La llamada Guerra de los Seis Días finalmente estalló del 5 al 10 de junio de 1967 e Israel amplió su territorio con la ocupación de la Península del Sinaí, la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este (donde se encuentra la Ciudad Vieja) y los Altos del Golán.

1murray.jpgEn medio de las hostilidades en Medio Oriente, un porteño de origen irlandés les dio una sencilla lección de argentinidad a pro árabes y pro israelíes.

Se llamaba Luis Alberto Murray y había nacido en 1923. Era descendiente de John Murray, un nativo de Newtowncashel (Irlanda) que se embarcó en Liverpool en abril de 1844, llegó a Buenos Aires dos meses después –durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas– y 20 años más tarde era estanciero en Capilla del Señor.

Luis A. Murray fue periodista, poeta, historiador y novelista. Profundamente vinculado a la Argentina, tradujo al slang estadounidense el tango Yira, yira, de Enrique Santos Discépolo, y fue amigo de Fermín Chávez, José María Castiñeira de Dios, Jorge Abelardo Ramos, José María Rosa y Osvaldo Guglielmino.

3eshkol.jpg2gamal.jpgMientras las armas disparaban en los peñascos del Sinaí, los diarios de Buenos Aires publicaban fotos del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser y del primer ministro israelí –nacido en Ucrania– Levi Eshkol y los porteños discutían en los cafés. Murray era director del semanario La Hipotenusa y en el Nº 4, del 8 de junio de 1967, escribió:

“No hay tales «razas» que dividan a la humanidad en compartimentos estancos o núcleos inconciliables entre sí: ante el microscopio, ni un glóbulo de sangre se comporta como negro, blanco o amarillo, ni un espermatozoide asume premisas cristianas, gentiles, judías, musulmanas ni ateas”.

“Lo grave del asunto […] es que una vez más se intente dividir a los «hijos del país» propiamente dichos, a los hijos de sirios o libaneses, y a los hijos de inmigrantes polacos, rusos o alemanes de confesión mosaica, en nombre de estrellas y lunas que nos son ajenas. Nuevamente habría que empapelar Buenos Aires –haya o no guerra entre israelíes y árabes– con afiches semejantes a los de FORJA en 1939: Los argentinos queremos morir aquí”.

Cuarenta años atrás los problemas de Argentina no eran muy diferentes a los de hoy y las palabras de Murray parecen haber sido escritas ayer:

“Aquí queremos hacer nuestra propia guerra. Pacífica, si se puede. Nuestra propia guerra contra el atraso, la frustración, los infinitos fraudes de la vieja política, la contumacia de los cipayos de izquierda y de derecha. No queremos agarrarnos a patadas en Corrientes y Florida por Nasser o Levi Eshkol. Como somos el pueblo mejor informado sobre lo que ocurre en cualquier parte del mundo, conocemos el problema y su gravedad. Pero no aceptaremos dividirnos por el Medio Oriente, con tantos otros motivos como tenemos, harto más inmediatos, para pelearnos entre nosotros”.

Y luego agregaba: “No he viajado a Israel –lo cual no tiene nada de malo, lo cual no desespero de hacer algún día– y no dependo de intereses sionistas. No soy antijudío ni projudío, como no soy antibúlgaro ni probúlgaro. Entre los países que no son el mío, confieso padecer especial debilidad por España, por el Paraguay e Italia, en todo caso más íntimamente vinculados con la Argentina que muchos otros”.

El periodista finalizaba con una recomendación a sus compatriotas: “Volvamos a la Argentina. Sin aislarnos, sin perder de vista lo universal. Pero mirando al mundo con nuestra propia óptica. Mirando desde aquí hacia afuera, no al revés”.

Elegante y caballero, ingenioso y cultor de un humor sutil, Murray falleció en 2002, a los 79 años. Hombre de oficio y gran cultura, había pasado por las redacciones de los diarios Crítica y Democracia, las revistas Vea y Lea y Confirmado, el periódico Mayoría, la agencia Télam y, finalmente Clarín, donde permaneció 20 años.

Cuatro décadas después de aquella Guerra de los Seis Días, parece que otros nacidos en suelo argentino insisten en comprometer al país en un conflicto lejano. Representantes de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) y de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) asistieron a la Asamblea General de la ONU, como testigos de lo que diga el presidente Néstor Kirchner acerca de la nunca probada participación de Irán en el atentado terrorista contra la mutual judía en julio de 1994. Esa actitud se podría definir con palabras del filósofo francés Michel Foucault: estaban ahí para “vigilar y castigar”.

1.jpgLa presencia en la ONU del presidente iraní Mahmud Ahmadinejad, colocado sistemáticamente bajo los reflectores de la prensa internacional como representante del “eje del mal”, restó importancia a un tema mucho más sensible para los argentinos. Dos días antes del inicio de la Asamblea General, trascendió que Gran Bretaña estudiaba la posibilidad de extender la zona de exclusión de las Islas Malvinas –que actualmente es de 200 millas– a 350 millas (unos 563 kilómetros) y que la cuestión podría ser planteada en la ONU.

Es cuestión de vincular la información fragmentada y observar un mapa. La distancia de Buenos Aires a Tel Aviv es de 16.100 kilómetros y a Teherán es aún mayor: 17.500 kilómetros.

2.jpgEn cambio, de Buenos Aires a Puerto Argentino (que el Reino Unido denomina Port Stanley), en las Islas Malvinas, hay 1.800 kilómetros.

Y desde Puerto Argentino hasta Río Grande, la ciudad más cercana a las islas en territorio continental argentino, el trayecto es mucho menor: 800 kilómetros.

Faltó ver que la presencia de miembros de la AMIA y la DAIA en Nueva York fuera una ocasión propicia para que, como representantes de un importante sector ciudadano de la Argentina, también expresaran su patriotismo y manifestaran públicamente su oposición al proyecto británico de expansión. Es decir, que ya que estaban ahí –y como recomendaba Luis Alberto Murray– vieran al mundo con ojos argentinos, “con nuestra propia óptica, desde aquí hacia afuera, y no al revés”.

No fue así. Entonces muchos seguirán pensando que esta clase de argentinos mal asimilados a la tierra en la que viven y con sus ansiedades depositadas en Medio Oriente, debería enterarse que desde 1833 –y quizá desde mucho antes– quienes perjudican al país están en Londres, no en Teherán. Y que Argentina no necesita de nuevos enemigos.

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MÍRALO A LOS OJOS Y DISPARA

Publicado 6 septiembre 2007 por RB
Categorías: Estados Unidos, Irreverencias y reverencias

Míralo a los ojos, dispárale… y luego

silba una antigua canción de Tennesee

a-rifle.jpgRoberto Bardini

Una explicación no académica pero tan aceptable como cualquier otra acerca del surgimiento, crecimiento y consolidación de Estados Unidos debería considerar un factor que muchos historiadores soslayan: la vocación para el tiro al blanco y la puntería de sus hombres más decididos, también esenciales para la expansión dentro y fuera de sus fronteras.

Esta característica poco analizada podría resumirse con una simple pero certera expresión de Mao Tse Tung, formulada por primera vez en Problemas de la guerra y de la estrategia, obra publicada en 1938: “El poder nace del fusil”. La célebre frase también le cabe a Estados Unidos como un cartucho en la recámara.

akc.jpgNo es por azar que el fortalecimiento del capitalismo y la extensión del imperialismo fueran acompañadas por legendarias marcas de fábrica, como Springfield, Remington y Winchester, junto con artefactos Colt, Browning y Smith & Wesson.

Es casi imposible imaginar a célebres cazadores, tramperos y exploradores como Davy Crockett, Daniel Boone, Jim Bowie, Kit Carson y William Frederick Cody, más conocido como “Búfalo Bill”, sin una carabina como prolongación del brazo.

Con revólveres, rifles y escopetas desde Washington se conquistó el Lejano Oeste. Estados Unidos casi duplicó su territorio con la apropiación de la mitad de la superficie original de México, los marines desembarcaron en casi todos los puertos de América Latina y el Caribe, la bandera de barras y estrellas ondeó en los rincones más apartados del planeta. Los hombres que llegaban a esas comarcas lejanas, desconocidas y exóticas no llevaban flores en sus manos, ni golosinas, ni espejitos de colores. Llevaban pistolas, fusiles y cañones.

Lo mismo puede decirse de próceres menores, pero también partidarios de la iniciativa privada, la libre empresa y la “mano invisible del mercado”, como William Henry Booney, alias «Billy the Kid», y los hermanos Dalton, John Dillinger, Bonnie & Clyde.

Ninguna de estas celebridades podía permitirse una equivocación, un mal cálculo o fallas en la puntería. En aquellas épocas los menesteres se hacían a mano, y se hacían bien. Eran artesanales, exactos y fríos como un rubí de la India.

csmedleybutler.jpgEn 1935, el general Smedley M. Butler, comandante de Infantería de Marina dos veces condecorado con la Medalla de Honor, pronunció un memorable discurso en el Congreso de Estados Unidos y relató cómo había participado en invasiones a México, Cuba, Nicaragua, República Dominicana, Honduras y China: “Fui premiado con honores, medallas y ascensos. Pero cuando miro hacia atrás considero que podría haber dado algunas sugerencias a Al Capone”, dijo Butler. “Él, como gangster, operó en tres distritos de una ciudad. Yo, como marine, operé en tres continentes”.

Pero los tiempos cambian y aunque muchos hombres decididos aún viajan a los confines más distantes de la tierra para poner las cosas en orden, la tecnología se impone y las tradiciones se van perdiendo. Computadoras, radares, controles remotos y consolas han suplantado la corajuda eficacia del dedo en el gatillo a pocos metros de distancia de los malos, frente a frente con rebeldes, bandidos, nativos y otras alimañas bípedas.

La semana pasada un bombardero estadounidense B-52 transportó por error seis misiles de crucero provistos de cabezas nucleares desde Dakota del Norte, en la frontera de Canadá, hasta Luisiana, al sur de Estados Unidos, frente al Golfo de México. El avión llevaba los cohetes para su destrucción, pero las cabezas nucleares deberían haber sido retiradas de los proyectiles antes de ser subidos a la nave y, además, la tripulación ignoraba ese detalle.

Fabricado en 1954, en plena “guerra fría” entre Estados Unidos y la Unión Soviética, el B-52 mide 48 metros y medio de largo por 12 metros de alto y puede transportar 190 mil kilos.

dmisil.jpgUn misil de crucero, propulsado por un reactor, es prácticamente un avión no tripulado que mide más de cinco metros y pesa entre 1.300 y 1.500 kilos. Es un arma de destrucción masiva porque lleva una cabeza nuclear, cuyo elemento explosivo es uranio o plutonio. Por seguridad, cuando se transporta de un lugar a otro, la cabeza debe ser desmontada.

En seis horas la mortífera carga atravesó cinco estados de un extremo a otro del país: Dakota del Sur, Nebraska, Kansas, Oklahoma y Arkansas. El error que puso en riesgo a miles de vidas se descubrió recién cuando el aparato llegó a destino. No hay que tener una excesiva imaginación para suponer qué hubiera ocurrido en caso de accidente del avión.

La revelación de la revista independiente Army Times, publicada desde 1940 por una compañía privada que también edita USA Today y USA Weekend, ya provocó que rodaran algunas cabezas, no atómicas sino humanas. Un alto oficial fue relevado de su cargo y a varios más se les retiró el permiso para manejar armas nucleares.

Las Fuerzas Armadas de Estados Unidos no abusan en el uso de la palabra “error”, sino que prefieren el concepto “daño colateral”, eufemismo que comenzó a ser manejado internamente en la guerra de Vietnam (1958-1975) y se hizo público durante la guerra del Golfo Pérsico, en 1991. La expresión indica, bastante benévolamente, daños no intencionales o accidentales sobre personas, equipos y construcciones aliadas o neutrales, generalmente civiles.

Afganistán e Irak suministran unos cuantos ejemplos de “daños colaterales”. El 1 de julio de 2002, un error de puntería transformó una boda en un funeral: tres aviones abrieron fuego y lanzaron bombas en la aldea afgana de Kakarak, a unos 250 kilómetros al suroeste de Kabul, donde se celebraba un casamiento, y perpetraron una de las peores masacres desde el inicio de la ocupación: 40 personas murieron y más de 70 fueron heridas. Todos eran civiles.

El 9 de enero de 2005 un avión estadounidense arrojó una bomba en una casa de Mosul, al norte de Irak y mató a 14 personas inocentes. Un vocero militar admitió que fue un “objetivo equivocado”.

El 17 de agosto de 2006 murieron doce policías afganos cuando un avión lanzó una bomba “erróneamente” sobre dos vehículos policiales en el este de Afganistán, cerca de la frontera con Pakistán. Los agentes buscaban a terroristas de Al Qaeda.

El 8 de mayo de 2007, siete niños, alumnos de una humilde escuela pública en la aldea iraquí de Mandali, en la frontera con Irán, murieron junto a tres maestros, ametrallados por un helicóptero estadounidense.

El 24 de agosto pasado un avión norteamericano bombardeó por error a soldados británicos en Afganistán después de que sus aliados les pidieron apoyo aéreo. Errores similares por parte de los militares estadounidenses en Irak causaron la muerte de 12 soldados ingleses.

Los buenos viejos tiempos han quedado atrás: fueron sepultados por monitores, sensores y chips. Ya nadie le dispara a un malo mirándolo a los ojos, lo despacha al otro mundo, sopla el cañón de la pistola, enfunda el arma, monta en el caballo y se aleja en el horizonte silbando una antigua canción sobre una muchacha que espera en Misouri, Mississipi o Tennesee.

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AQUELLA MUJER

Publicado 2 septiembre 2007 por RB
Categorías: Irreverencias y reverencias

Roberto Bardini

Frank es escocés, mide un metro ochenta y pesa noventa kilos. Desde que le perdí el miedo y nos hicimos amigos, le digo Pancho.

mapa_belice.pngDesde hace diez años, Frank me visita en México todos los veranos. En ese tiempo aprendimos de a poco a no hablar más de aquella mujer por la cual él estuvo dispuesto a matarme en una selva de América Central.

Ha pasado una década y a ella no consigo sacarla de mi cabeza y depositarla en el rincón de los recuerdos lejanos. Siempre hay algún imbécil con un micrófono en la mano –en su país, en mi país o aquí donde estoy– que se ocupa de nombrarla. Y yo, que la conocí por accidente, quiero olvidarme de su nombre y de aquellos dos días en la jungla de Belice.

Cuando digo “por accidente” es más o menos exacto. Al tercer día, cuando ella se despidió y yo supe que nunca más la volvería a ver, me dijo que no había sido ningún accidente. “Hay gente que quiere verme muerta”, me dijo al oído.

heli.jpgSetenta y dos horas antes estábamos con Calypso, el garifuna que era mi guía, en la apretada jungla de El Coral, llena de monumentos mayas ocultos por la maleza, al sur de San Ignacio, cerca de la frontera con El Petén guatemalteco. Andábamos tras el rastro de un ladrón de piezas arqueológicas el gobierno ofrecía siete mil dólares de recompensa por su captura cuando escuchamos el inconfundible ruido de un rotor que no funcionaba. El helicóptero cayó a tierra a menos de un kilómetro de donde habíamos armado el campamento.

Cuando llegamos, habían muerto el piloto, el copiloto y otros tres hombres que –me enteré después– eran custodios de la muchacha de cabello claro. Un cuarto guardaespaldas sólo tenía un golpe en la frente y sangraba; estaba entero, con una pistola en cada mano y expresión de loco. Bajamos nuestros fusiles en señal de amistad. A ella la reconocimos inmediatamente; era más hermosa que en las fotografías e imágenes de televisión. Se había lastimado un tobillo y no podía caminar; hasta con expresión de dolor era hermosa.

Los arrastramos hasta una loma, vimos que no tenían heridas graves, los dejamos descansar unos minutos y nos encaminamos por la espesura hasta nuestro campamento. Les dimos agua, los vendamos y a través de Calypso, que habla inglés, les hice preguntas que no contestaron.

frank.jpgEl tipo, un pelirrojo con el cabello cortado al rape y espaldas cuadradas como un camión blindado, preguntó en inglés cuál era el poblado o destacamento militar más cercano. Calypso le indicó que en San Ignacio, a dos días de camino a pie, había una base británica con un hospital de campaña. El pelirrojo se dio vuelta y consultó con ella en voz baja durante media hora. No pudimos escuchar qué hablaban. Después encaró a Calypso: “Tú, que conoces la zona, vienes conmigo a buscar ayuda”. Me señaló y dijo: “Él se queda con la señora para cuidarla”. Y agregó en voz baja, para que ella no escuchara: “Y dile a Jim de la Selva que si le llega a ocurrir algo a ella, lo voy a encontrar en cualquier rincón del mundo que se esconda, le voy a cortar los huevos y se los voy a hacer comer convertidos en puré”.

Armaron una de nuestras mochilas con provisiones y agua, y se fueron.

jungla.jpgEl tiempo transcurre muy lentamente en la selva si uno no tiene cosas qué hacer y si, además, no se inventa otras para entretenerse. Así que la acomodé lo mejor que pude en mi tienda –que era más amplia– y trasladé mis cosas a la de Calypso. Junté ramas secas para hacer fuego al atardecer, fui hasta un arroyo cercano a buscar agua, recogí algunos mangos, corté una flor para ella. Luego, mientras yo cocinaba carne seca deshebrada con arroz y frijoles, intentamos hablar con frases cortas y monosílabos.

Sentada en un tronco, preguntó mi nombre, a qué me dedicaba y qué estaba haciendo en la selva. Cuando yo no entendía su inglés, ella intentaba en francés. Y cuando yo no comprendía el francés, ella regresaba al inglés. También conocía alrededor de una docena de frases convencionales en castellano. Entendí que su familia tenía amigos en Argentina y que sus dos pequeños hijos habían pasado dos veranos en un campo “de la pampa”. Al final descubrimos que nos comprendíamos muy bien con ademanes, como en un juego de mímica, y nos reímos como adolescentes. Ella era aún más hermosa cuando reía.

Le hice té y lo bebimos en silencio. Estuvimos un rato largo sin hablar, mirando la hoguera.hoguera.jpg Creo que estábamos cansados de tantos ademanes, de tanta mímica. Después, nos despedimos con un apretón de manos y cada uno se metió en su tienda. Di unas cuantas vueltas en mi colchoneta, supe que no iba a poder dormir, salí y me senté cerca de la fogata, con el fusil en las rodillas.

“Nunca nadie me va a creer esto”, pensé. Pasé toda la noche en vela.

A la mañana siguiente, decidí no recorrer las ruinas mayas; ella no podía caminar y no quise dejarla sola. Tampoco fui a buscar leña, ni agua, ni frutas. Sólo me alejé unos metros para cortarle unas cuantas flores. Nos quedamos todo el día en el campamento. Ella habló casi todo el tiempo; tenía una pronunciación perfecta y se expresaba lentamente para que yo entendiera. Me dijo que había viajado a Belice para dar ayuda a niños huérfanos y ancianos sin familia, que estaba recorriendo todo el país. Mencionó Sandringham, el lugar donde nació, una localidad galesa situada en el condado de Norfolk. Habló de sus hermanas Sarah y Jane y su hermano Charles. Me contó del colegio suizo en Rougemont, donde estuvo interna; creí entender que no fue una alumna sobresaliente y que le interesaban más la música pop, la natación y la danza. No mencionó ni una sola vez al padre de sus hijos.

Cuando salió la luna entre los árboles sentí que quería quedarme así toda la vida, que lo último que deseaba era que llegaran a rescatarla.

“Buenas noches, gracias por protegerme”, dijo cuando la ayudé a entrar a su tienda. Y me besó la mejilla como se besa a un amigo.

Una hora después escuché como corría la tela de mi tienda. Entró sin decir una sola palabra, se acurrucó de espaldas a mí y se quedó dormida.

“Nadie me va a creer esto nunca”, me dije. No cerré un ojo en toda la noche.

sold-belize.jpgTemprano en la mañana, cuando estaba encendiendo fuego para preparar un desayuno, escuché motores de helicópteros. Eran tres, y cuando aterrizaron en un claro a cincuenta metros del campamento, ella ya estaba de pie a mi lado, digna y altiva, como si no llevara dos días con la misma ropa y sin bañarse. El primero en saltar a tierra fue el pelirrojo de pelo al rape y comenzó a correr hacia nosotros. Sólo le faltó arrodillarse a los pies de ella.

guardaesp.jpgDespués bajaron soldados que apuntaban con fusiles, bajaron hombres de civil con innecesarias pistolas en la mano, bajó un señor con saco, corbata y aspecto de funcionario preocupado, bajaron un hombre y una mujer vestidos de blanco, seguramente un médico y una enfermera. Los detesté a todos, menos a Calypso, que fue el último en descender del último helicóptero.

El señor con saco, corbata y aspecto preocupado habló con ella diez minutos. Después vino hacia mí, me llevó aparte, se presentó como secretario de la embajada británica y me agradeció «los servicios prestados»… o eso fue lo que entendí. Me dijo que sabían quién era yo, en qué país vivía y dónde trabajaba, que no les iba a resultar difícil encontrarme si les interesaba retomar contacto conmigo… eventually. A pocos metros, el pelirrojo me atravesaba con la mirada y comprendí el mensaje que me enviaba: “Si algún día abres la boca, te voy a encontrar en cualquier agujero que te escondas, te voy a cortar los huevos y te los voy a hacer tragar convertidos en puré”.

Ella se acercó para despedirse con una sonrisa transparente como el cristal. Le extendí la mano y comencé a balbucear en inglés algo sobre el accidente. Desechó el apretón, me besó en la mejilla y susurró en un pésimo español:

No fue un accidente. Hay gente que quiere verme muerta. Y lo repitió en inglés.

No la vi nunca más, obviamente. Los hombres como yo no se relacionan muy seguido con mujeres como ella. Cuando los helicópteros remontaron vuelo y nos quedamos solos con Calypso, sentí que estábamos en el último rincón del mundo, que no me interesaban más los monumentos mayas ocultos en la espesura, ni las recompensas por cazar ladrones de piezas arqueológicas. Sentí ganas de abrir una botella de whisky, terminarla ahí mismo, desmontar el campamento, subirme a un avión e irme a casa para abrir otra botella.

“El cabeza roja quería llevarte a la selva y meterte un tiro en la cabeza”, murmuró Calypso sin mirarme a los ojos.

Regresé a México y pasó el tiempo. Hice un par de trabajos más, me retiré de la actividad con casi la misma cantidad de dinero que cuando empecé y volví al periodismo. Un día, la prensa informó que la muchacha se había divorciado; después, que tuvo algunos amoríos fugaces. Casi siempre era noticia: aparecía en fotos con niños pobres de Calcuta, recorría campos minados en Angola, visitaba mutilados de guerra en Bosnia. Un día de agosto de 1997, ella y su último novio murieron en París. Según las versiones oficiales fue un accidente.

Al pelirrojo volví a verlo. Se llama Frank MacKeamish, nació en un pueblito de Escocia y antes de ser guardaespaldas de ella estuvo en el Special Air Service. A partir de aquel día de agosto me visita una vez por año. Desde hace diez años me trae cigarros Dunhill y cuatro botellas de whisky de nombres impronunciables, de una sola malta, producido en las tierras altas del Great Glen.

Con Frank hablamos poco. Nos quedamos sentados y en silencio, mientras escuchamos una y otra vez la misma canción:

Goodbye England’s rose,
may you ever grow in our hearts.
You were the grace that placed itself
where lives were torn apart.

Bebemos y fumamos en este ritual, homenaje o lo que sea que ya lleva una década. Frank me sigue llamando «Jim de la Selva» y apenas sonríe con desgano cuando le digo: «Pancho, nunca lograrás abrirme la boca para hacerme tragar puré».

DE WIKIPEDIA, UN HACKER Y OTROS ASOMBROS

Publicado 22 agosto 2007 por RB
Categorías: Irreverencias y reverencias

Roberto Bardini

virgilgriffith.jpgVirgil Griffith, de 24 años y estudiante de postgrado en el California Institute of Technology (Caltech), universidad privada especializada en ciencia y tecnología, accedió a la fama por haber creado un programa llamado Wikiscanner. Este software permite identificar a quienes modifican artículos y biografías de Wikipedia, la enciclopedia en línea redactada por los propios internautas.

Griffith, nacido en Alabama en 1983 y cercano a graduarse, se define a sí mismo como “un pirata informático” y “alterador de tecnologías”, interesado en crear “desastres menores”. Su biografía en la edición de Wikipedia en inglés menciona su ocupación: hacker. El programa que inventó muestra las direcciones IP –es decir, la identidad numérica– de las computadoras que cambiaron fichas de la enciclopedia.

Y gracias a estas “huellas digitales” cibernéticas registradas por Wikiscanner se sabe que la Agencia Central de Inteligencia, el FBI, el Vaticano y la ONU modificaron información publicada en la red. La CIA, por ejemplo, hizo 300 “correcciones”. El FBI eliminó fotos de la cárcel militar estadounidense en la base de Guantánamo. Y las empresas Exxon-Mobil, Chevron-Texaco, Coca Cola, Walmart y Microsoft borraron datos que no las dejaban bien paradas.

Pero, ¿qué tiene de insólito que los servicios de inteligencia, la Iglesia Católica y empresas transnacionales “metan mano” para alterar contenidos que no les convienen? Lo vienen haciendo desde hace décadas. Lo extraño sería que no lo hicieran.

wiki.jpgLo realmente destacable es que Wikipedia, creada en enero de 2001 por Jimmy Wales y Larry Sanger, ofrece gratuitamente cerca de ocho millones de artículos en 137 idiomas, elaborados por más de 16 mil voluntarios. Wales ha declarado a la prensa que no le preocupan “en absoluto” los cambios realizados por la CIA, el FBI y otros interesados. Las modificaciones, dice, “no tendrán ningún impacto”. Quienes dominan un tema corregirán rápidamente las informaciones inexactas o engañosas.

Y casi increíble es que Wikipedia tiene sólo un empleado a sueldo, experto en software. “Y no cobra mucho”, según Wales. Con estas asombrosas características, la enciclopedia virtual mantiene conversaciones desde hace meses para establecer algún tipo de colaboración con dos gigantes de la red: Google y Yahoo.

Y hablando de asombros, quizá algún día se encuentre en Wikipedia información de la ayuda humanitaria que Argentina envió a Perú luego del terremoto de 7,9 grados que en tres minutos y medio causó 510 muertos, 1.500 heridos, 16.669 viviendas destruidas y 85.000 personas damnificadas. Entre otros aportes, Argentina envió psicólogos.

La asistencia fue un primer avión con 12 toneladas de medicinas y un grupo de rescatistas, y días después un segundo avión con ingenieros expertos en sismos… y psicólogos especializados en “estrés postraumático”, para atender a víctimas que desde siete días antes no probaban alimentos, dormían entre escombros y hacían sus necesidades fisiológicas a la intemperie.

freud.jpgCada uno aporta lo que puede o lo que más tiene. Muchos años atrás Argentina exportaba cereales, carne vacuna y cerebros. Ahora, probablemente convertido en el país con más psicólogos per cápita del mundo, envía al exterior terapia basada en Sigmund Freud o Jacques Lacan destinada a quienes necesitan con urgencia víveres, agua potable, frazadas y antibióticos. Un asunto que debería figurar, más que en Wikipedia, entre los casos increíbles recopilados por Ripley.

VENEZUELA: «LOCOS PELIGROSOS»

Publicado 16 agosto 2007 por RB
Categorías: Estados Unidos, Iberoamérica

Roberto Bardini

La historia no se repite como calco o fotocopia, pero en ciertos momentos hay hechos, personajes y frases del pasado que se reiteran en el presente, en las mismas latitudes y parecidas circunstancias.

bolivar.jpgLeamos a un político y militar venezolano, admirado y odiado por partes iguales en Iberoamérica, al presentar en el Congreso la nueva Carta Magna con estas palabras: “El presidente de la República viene a ser en nuestra Constitución, como el sol que, firme en su centro, da vida al Universo. Esta suprema autoridad debe ser perpetua; porque en los sistemas sin jerarquías se necesita más que en otros, un punto fijo alrededor del cual giren los magistrados y los ciudadanos: los hombres y las cosas. Dadme un punto fijo, decía un antiguo, y moveré el mundo”.

Es el 25 de mayo de 1826, cuando Simón Bolívar lee su proyecto de Constitución para la recién creada Bolivia. Con ese nombre ha sido bautizada en honor al Libertador nueve meses antes –con inevitable remembranza de parto– por el mariscal venezolano José Antonio de Sucre (1795-1830), primer mandatario de la nueva república andina.

En ese momento, el Libertador recomienda la figura de un “presidente vitalicio”. Y al referirse a los controles legislativos al nuevo jefe de estado explica: “Se le ha cortado la cabeza para que nadie tema sus intenciones, y se le han ligado las manos para que a nadie dañe”. Bolívar, republicano y partidario de un presidencialismo fuerte, aspiraba a un ordenamiento constitucional acorde al gran cambio que requería la América hispana después de 15 años de guerras externas y desencuentros internos.

Ese mismo 25 de mayo de 1826, Bolívar recibe un obsequio llegado desde el otro extremo del continente: la familia de George Washington, fallecido 27 años antes, le envía un medallón con el retrato del héroe de la independencia de Estados Unidos y primer presidente de la nación, junto con un mechón de su cabello que actualmente se exhibe en el Museo Bolivariano de Caracas. “Hoy he tocado con mis manos este inestimable presente: la imagen del primer bienhechor del continente de Colón, ofrecido por esa familia inmortal”, dice Bolívar.

Aquel lejano intercambio de elogios, visto con ojos actuales, es sorprendente. El encargado de negocios estadounidense en Bogotá, Beaufort T. Watts, escribe en marzo de 1827 al Departamento de Estado que Bolívar tiene “una fuerza intrínseca moral” que inspira confianza a pesar de “todas las calumnias” en su contra.

hugochavez.jpgLos hombres y sus circunstancias no son muy diferentes 181 años después. “Me van a decir loco por todos lados”, declara el presidente Hugo Chávez a un canal de televisión el martes 14 de agosto, 24 horas antes de presentar al Parlamento su proyecto de reforma de la Constitución de 1999, que incluye la reelección presidencial continua. Con certeza, él no recibirá ninguna efigie de Washington por su propuesta, aunque a varios en la capital de Estados Unidos les gustaría tener en la mano unos cuantos mechones de sus cabellos.

Ellos quizá tienen más en común con el cónsul norteamericano en Lima de 1824 a 1827, William Tudor, un bostoniano que antes de ocupar puestos diplomáticos había sido fundador en 1815 de la North American Review, la primera revista literaria de Estados Unidos. Tudor calificó a Bolívar como “el peligroso loco de Colombia”, culpable del “engrandecimiento excesivo de la América liberada de España” y que sería recordado como “uno de los más rastreros usurpadores militares”.

El cónsul, graduado en Derecho por la Universidad de Harvard, remarcaba que “Inglaterra y Estados Unidos tienen razones de Estado comunes y poderosas” para oponerse al surgimiento de una América del Sur unida desde Caracas hasta Buenos Aires. Como ciertas partituras clásicas, las recomendaciones de Tudor suenan a música que conserva vigencia.

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«NINGÚN HOMBRE ES UNA ISLA»

Publicado 27 julio 2007 por RB
Categorías: Periodismo, Personajes

 

El ex falangista español

 

y el socialista argentino

En 1975, el periodista Gregorio Selser visitó en Madrid a un ex militante de la Falange Española y ex combatiente de la División Azul en la Segunda Guerra Mundial. Era el poeta Dionisio Ridruejo, uno de los autores del himno Cara al sol y para entonces un antifranquista que había conocido la persecución, la cárcel y el destierro.

Roberto Bardini

selser1.jpgA principios de 1975, el periodista argentino Gregorio Selser viajó a España enviado por el diario El Cronista Comercial, de Buenos Aires. Militante socialista e investigador obsesivo, Selser se había hecho famoso por Sandino, general de hombres libres, una biografía pionera publicada en Buenos Aires en 1955. Cuando llegó a Madrid ya era autor de 20 libros, entre los que se contaban Diplomacia, garrote y dólares en América Latina (1962), El rapto de Panamá (1964), La CIA en Bolivia (1970) y Una empresa multinacional: la ITT en Estados Unidos y en Chile (1974).

El general Francisco Franco aún estaba en el poder. Todavía en septiembre de ese año, dos meses antes de su muerte, el dictador ordenaría el fusilamiento de cinco presos políticos vascos e ignoraría el pedido de clemencia del Papa Paulo VI. Las ejecuciones causaron indignación en casi todo el mundo y protestas en varias capitales. Quince países europeos retiraron a sus embajadores en España.

Antifranquista desde su adolescencia, Selser también era lector de poesía desde joven y conocía muy bien la obra de León Felipe, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Miguel Hernández y Antonio Machado. Y hacia la última vivienda del andaluz Machado en tierra española se encaminó el periodista argentino. Fue a Segovia y ubicó la casa de la calle Desamparados Nº 11, donde el poeta había vivido desde 1919 hasta 1933.

machado.jpgCuatro años después, Selser recordó: “La humilde casa de huéspedes era la que merecía el nombre de la calle. Nada en ella evoca otra cosa que la digna pobreza del alto poeta y humilde maestro. […] Hasta entonces los turistas norteamericanos no habían ‘descubierto’ a Machado, y tampoco, creemos, los latinoamericanos que ya le comenzaban a conocer a través de sus versos musicalizados por Joan Manuel Serrat. De modo que la sinuosa calleja empedrada como a garrotazos ocasionales sobre el duro suelo, seguía casi virgen de toda atención de los organismos oficiales de promoción del turismo”.

Pocos días después de su visita a Segovia, Selser quiso conocer a otro poeta: Dionisio Ridruejo, a quien hasta algunos años antes “por haber estado junto a Franco lo decretó irremisiblemente no poeta”, como reconoció el periodista en 1979, en México.

El poeta de la Falange Española

ri1.jpgEl escritor y político Dionisio Ridruejo, nacido el 12 de octubre de 1912 en El Burgo de Osma, una milenaria ciudad de Castilla y León, e hijo de un banquero, pertenece a la llamada Generación del 36. Se afilió a Falange Española en 1933, el mismo año en que fue fundada por José Antonio Primo de Rivera. Tenía entonces 21 años de edad.

El periodista e historiador español César Vidal, articulista del diario conservador La Razón y autor de 80 libros de divulgación histórica, relata que el 3 de diciembre de 1935, José Antonio convocó a siete destacados “camisas azules”, entre los que se encontraba Ridruejo, a La Cueva del Orkompon, un bar vasco de Madrid, para redactar la letra del himno de la Falange. La música ya había sido escrita por el compositor vasco Juan Tellería (1895-1949).

Los ocho camaradas se repartieron las líneas de lo que sería Cara al sol. «Nuestro himno debe ser una canción alegre, exenta de odio, pero a la vez de guerra y amor», le dijo José Antonio a su «escuadra de poetas». El resultado, luego de unas horas de trabajo, fue el siguiente:

Cara al sol con la camisa nueva,
que tu bordaste en rojo ayer,
me hallará la muerte si me lleva
y no te vuelvo a ver.

Formaré junto a mis compañeros
que hacen guardia sobre los luceros,
impasible el ademán,
y están presentes en nuestro afán.

Si te dicen que caí,
me fui al puesto que tengo allí.

Volverán banderas victoriosas
al paso alegre de la paz
y traerán prendidas cinco rosas
las flechas de mi haz.

Volverá a reír la primavera,
que por cielo, tierra y mar se espera.

¡Arriba, escuadras, a vencer,
que en España empieza a amanecer!

¡España una!
¡España grande!
¡España libre!
¡Arriba España!

Ridruejo es autor de los dos primeros versos de la cuarta estrofa: Volverán banderas victoriosas / al paso alegre de la paz. Vidal define al poeta como “una de las mentes privilegiadas” del joven movimiento falangista.

“A pesar de sus defectos, el Cara al sol fue ciertamente un himno para la Falange que, en los próximos años, sería utilizado como himno de batalla y también de esperanza y en el que, paradójicamente, por una de esas ironías de la Historia, parecía reflejarse el conjunto de contradicciones del partido”, escribe Vidal. Menciona que donde se dice “impasible el ademán” muchos cantaban, en broma, “imposible el alemán”.

Sin embargo, agrega el historiador, “junto a la estética lírica e incluso excesiva, había un llamamiento a elementos militares y de acción directa, referencias a un futuro mejor pero difuso y una notable carencia de encajes entre tan dispares elementos. Venía a ser, dentro de su pluralidad de creadores, un claro antecedente del destino de la Falange durante lo que restaba del siglo”.

Encierro y destierro

Durante la Guerra Civil Española (1936-1939), Ridruejo es director de Propaganda del bando que finalmente vencerá. Poco después del triunfo se desilusiona del rumbo que toma el régimen de Francisco Franco, como les sucede a muchos falangistas que aspiraban a una revolución, a una «España Grande y Libre», y no a una masiva represalia de compatriotas ya derrotados. El “generalísimo por la gracia de Dios”, escribe Ridruejo, impulsa “una especie de revanchismo deportivo, dando a la honrosa tarea del Poder una categoría de pago de gratificaciones”.

ri3.jpgPara tomar distancia, el escritor se alista como soldado raso en la División Azul en 1941 y combate en la Unión Soviética. Al año siguiente, de regreso del frente de guerra, le recrimina personalmente a Franco sostenerse gracias a una “Iglesia conservadora, un ejército represor y una justicia arbitraria”. Como muchos antiguos “camisas azules”, Ridruejo es acusado por los nuevos falangistas del franquismo de ser un “camisa roja”. En 1947 es obligado al destierro, primero en la ciudad de Ronda (Málaga) y después en San Cugat del Vallés (Barcelona).

En 1948 el poeta se va a vivir a Italia, donde, según sostiene el sociólogo e historiador español Santos Juliá, Premio Nacional de Historia 2004, comienza a rescatar el recuerdo de los últimos tiempos de aquel José Antonio Primo de Rivera “empeñado en servir de pacífico mediador entre las dos Españas”.

Ridruejo retorna a Madrid en 1951. Es encarcelado en 1956 por participar en un movimiento revolucionario junto con militantes del Partido Comunista. Al año siguiente, funda el Partido Social de Acción Democrática y nuevamente es condenado a prisión. Su libro Escrito en España, desaprobado por la censura franquista, se publica en Argentina en 1961.

“Espejo precoz” de la evolución falangista

falange1.jpgEn 1962, el ex “camisa azul” participa en las llamadas Conversaciones de Munich, un encuentro de toda la oposición franquista del interior y del exterior para intentar el restablecimiento de la democracia en España. La prensa oficialista denomina a la reunión “el contubernio de Munich”.

Ridruejo se exilia en Francia de 1962 a 1964. El régimen veta su nombre para el Premio Nacional de Literatura, se prohíben sus libros, se le priva de pasaporte.

En 1974, el escritor es uno de los fundadores de la Unión Socialdemócrata Española (USDE). El crítico literario Jordi Gracia, profesor de Literatura Española en la Universidad de Barcelona y autor de La resistencia silenciosa. Fascismo y cultura en España, considera que Ridruejo es un “espejo precoz” de lo que pudo ser la evolución intelectual de los fundadores de la Falange.

Antonio Machín Romero, también profesor de Literatura en la Universidad de Barcelona y autor de varias biografías de personajes españoles, escribe: “Resulta difícil encontrar en el mundo cultural y político del siglo XX una figura tan íntegra, tan humana, tan coherente, tan ajena a las vanidades, como la de Dionisio Ridruejo”.

Informe sobre vencedores y vencidos

El 12 de agosto de 2005, el diario La Vanguardia reveló que en los archivos nacionales de Estados Unidos existía un informe confidencial acerca del régimen franquista, que Ridruejo había hecho llegar 43 años antes al gobierno de John F. Kennedy. Recomendaba la lectura del documento nada menos que el asistente especial del presidente norteamericano, el historiador Arthur Schlesinger Jr, graduado en Harvard, autor de 20 libros, dos veces ganador del Premio Pulitzer y posteriormente opositor a las guerras de Vietnam e Irak.

En esa época, a Ridruejo le simpatizaba Kennedy por su origen irlandés y por ser católico. El informe, de agosto de 1961, comenzaba así:

franco.jpg“El Régimen español consiste fundamentalmente en una institución-persona. El dictador concentra todos los poderes del Estado, dirige el Partido único y ejerce el mando supremo de las Fuerzas Armadas. La opinión pública no interviene ni puede intervenir en ningún momento. […] El Consejo de Ministros funciona bajo la presidencia del dictador: sus miembros son nombrados y separados por su exclusiva decisión. El partido único consiste en una burocracia jerarquizada y bajo su dependencia los sindicatos son igualmente burocráticos y jerárquicos”.

Una de las preocupaciones de Ridruejo, según el artículo de La Vanguardia, era “la discriminación entre vencedores y vencidos de la Guerra Civil, una práctica evidente que aún se mantenía en aquella España de los años sesenta que pugnaba por ser reconocida internacionalmente y que se abría al turismo”. El poeta recomendaba “el ejercicio de la oposición ilegal o clandestina, la presión social directa como huelgas, manifestaciones, ejercicios de resistencia civil pacífica”.

“Ningún hombre es una isla”

De regreso a Madrid, después de visitar la casa en la que Antonio Machado había vivido en Segovia, Gregorio Selser le solicitó telefónicamente una entrevista a Dionisio Ridruejo. El poeta, de 63 años, le comentó que estaba muy enfermo y que sólo le podía conceder “unos 15 minutos”.

ri2.jpg“Nuestra conversación, que hoy evocamos con ternura, se prolongó durante varias horas. Quizás fueron cuatro”, rememoró el periodista años después. “De figura tan ascética y demacrada como la de los monjes esculpidos en el frontis de la catedral de Ávila, sospechamos que nos ganamos su paciencia y su tiempo a partir de una mención circunstancial que hicimos de nuestra visita a Segovia. Sin nosotros saberlo, Ridruejo había ‘pasado los mismos fríos’ que Machado en aquella ciudad que parecía detenida en el tiempo”.

El poeta dijo: “¿Sabe usted por qué Franco jamás gastará una peseta en restaurarla? Pues porque no le perdona aún a don Antonio que no haya sido de los suyos. ¿Qué se puede esperar de un hombre que en 40 años no ha aprendido a no odiar?”.

falan.jpgSelser registra que el escritor le comentó que en España “todo pudo ser distinto a partir de la victoria de los nacionales” en el conflicto civil que terminó en 1939, si se hubiera impuesto “la Falange de José Antonio y el proyecto en el que Franco no figuraba cuando fue soñado”.

“Mi modo de contrición es denunciar aquello que antes canté”, dijo el hombre que moriría pocos meses después, sin alcanzar a ser testigo de la agonía de Franco y del final de una dictadura de cuatro décadas. “Mis cilicios me oprimen por dentro, tengo tantos muertos como cualquier otro español”.

El 28 de octubre de 1979, el socialista Gregorio Selser publicó sus recuerdos del ex falangista Dionisio Ridruejo en El Gallo Ilustrado, suplemento dominical del diario El Día, de México, país en el que estuvo exiliado 14 años y ocho meses, hasta su muerte en 1991. El artículo se titulaba: “Ningún hombre es una isla: recuerdo de Dionisio Ridruejo”.

Se trata de una línea del poeta metafísico John Donne (1573-1631), que muchos identifican como parte de la cita inicial de Por quién doblan las campanas, la novela de Ernest Hemingway sobre la Guerra Civil de España:

Ningún hombre es una isla, entero en sí mismo; todo hombre es un pedazo del Continente, una parte de Tierra Firme; si el Mar se llevara un terrón, Europa perdería un Promontorio como si se llevara la Casa de sus amigos o la tuya propia. La Muerte de cualquier hombre me disminuye porque soy parte de la Humanidad; y por eso nunca preguntes por quién doblan las campanas: doblan por ti.

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LONDRES-MOSCÚ: DE ‘KIM’ PHILBY A BORIS BEREZOVSKY

Publicado 18 julio 2007 por RB
Categorías: Europa, Personajes, Rusia

Roberto Bardini

Rusia y el Reino Unido tienen una añeja relación de espionaje recíproco que comenzó en los primeros años del siglo XX, continuó en los inquietantes tiempos la guerra fría (1948-1991) y se prolonga, después del derrumbe de la Unión Soviética y del Muro de Berlín, con el asesinato del ex agente secreto ruso Alexander Litvinenko, envenenado en Londres en noviembre de 2006.

borisb.jpgLas derivaciones de este caso integran una tradición de operaciones encubiertas, conspiraciones y escándalos políticos que ahora abrió un nuevo capítulo y colocó en el centro de la escena al magnate Boris Berezovsky, de 62 años, vinculado a la mafia ruso-israelí, dueño de una fortuna de 4.000 millones de euros y refugiado en Gran Bretaña desde 2000.

Desde la década del 30, el Kremlin y Whitehall repiten una historia salpicada de cortocircuitos diplomáticos que inspiraron a escritores británicos como John Le Carré y Len Deighton. Muchas novelas de estos autores fueron adaptadas al cine, como El espía que volvió del frío (1965) e Ipcress – Archivo confidencial (1965). Personajes de ficción como George Smiley y Harry Palmer protagonizan el sórdido enfrentamiento en las sombras de dos famosos servicios de inteligencia: el MI-6 británico y el ex KGB soviético.

kim.jpgUno de los casos más explosivos, cuya onda expansiva se prolongó durante décadas e hizo rodar unas cuantas cabezas en el cuartel general del MI-6, ubicado en Vauxhall Cross a orillas del Támesis, fue el del agente británico Harold Adrian Russell Philby, nacido en la India en 1912 y conocido como Kim, en honor a Kimbal O’ Hara, personaje de la novela de Rudyard Kipling.

Hijo de Harry Saint John Philby –un funcionario colonial en Medio Oriente, explorador del desierto, asesor del rey Fuad de Arabia Saudita, conspirador y conocido de Lawrence de Arabia– el encantador, culto y levemente tartamudo Kim Philby, casado cuatro veces y amante de varias mujeres, falleció en la Unión Soviética en 1988. Pasó a la historia como “el espía del siglo” y aún hoy es un personaje legendario para los agentes de inteligencia de todo el mundo.

philby.jpgDesde antes de la Segunda Guerra Mundial y durante 30 años, Philby hizo contrainteligencia para el KGB, se infiltró en el MI-6 y llegó a ser condecorado con la Orden del Imperio Británico. Luego de su huida, fue ascendido a coronel del ejército soviético, recibió la Orden de Lenin, fue enterrado con honores en Moscú y homenajeado en 1990 con la creación de una estampilla con su rostro. El escurridizo agente doble era amigo del escritor Graham Greene, quien lo visitó cuatro veces en Moscú.

ack.jpgEn 1963 estalló otro escándalo de espionaje. El ministro de Defensa británico John Profumo, un aristócrata conservador educado en Oxford y casado con la actriz Valerie Hobson, tuvo que renunciar a su cargo al descubrirse su relación con la joven prostituta de lujo Christine Keeler, de 19 años e informante del servicio secreto soviético.

La Keeler, de quien también se sospechaba que vendía sus destrezas sexuales al príncipe Felipe de Edimburgo, esposo de la reina Isabel de Inglaterra, era amante del capitán Evgene Ivanov, agregado naval y espía del KGB. El caso desencadenó una grave crisis en el gobierno del primer ministro conservador Harold MacMillan (1957-1963).

chkeller.jpgJohn Profumo abandonó la política, ingresó a Toynbee Hall, una organización de caridad fundada en 1884, y se dedicó prácticamente el resto de su vida a conseguir ayuda para los pobres de la zona este de Londres. Había jurado no abrir la boca jamás acerca del affaire y cumplió su promesa durante tres décadas, hasta su muerte por un ataque cerebral en 2006, a los 91 años de edad.

Los escándalos Philby y Profumo son sólo dos referencias en la turbia historia de espionaje entre el Reino Unido y Rusia, que hoy nuevamente ocupa las primeras planas de las noticias a consecuencia de la muerte por envenenamiento del ex agente de inteligencia Alexander Litvinenko, asilado en Gran Bretaña desde 2000.

Ahora se supo que Scotland Yard detuvo en junio y luego dejó en libertad a un sicario ruso que supuestamente intentaba asesinar al millonario Boris Berezovsky, residente en Londres en medio de grandes medidas de seguridad, reclamado por la justicia de su país por intentos de golpe de estado contra el presidente Vladimir Putin y vinculado a Litvinenko.

Berezovsky, que en los años 70 se graduó como ingeniero especializado en electrónica y en 1983 obtuvo un doctorado en informática, trabajó 25 años en programas de computación aplicados a la industria. Cuando en 1991 cayó el sistema comunista, él –que era especialista en “sistemas»– sacó provecho de su amistad con el entonces presidente ruso Boris Yeltsin y entró rápidamente al nuevo mundo de los negocios de la mano del mundo nuevo de la mafia.

En 1996, Berezovsky ya era conocido como “El Padrino del Kremlin”. En pocos años y gracias a la súbita privatización de empresas, el ex ingeniero se había convertido en dueño de la fábrica de automóviles Lada Autovaz, la línea de aviación Aeroflot, los periódicos Nezavisimaya Gazeta, Novye Izvestiya y Kommersant, los canales de televisión ORT y TV-6, y varias compañías petrolíferas manejadas por Sibneft, un banco propio para financiar sus propias operaciones.

Luego de fugarse de Rusia, Berezovsky dirigió fuertes inversiones a Ignite Learning, la empresa de programas de computación del ex gobernador de Florida, Jeb Bush, sospechado de fraude informático en las elecciones presidenciales que en noviembre de 2000 le dieron el triunfo en ese estado a su hermano George W. Bush.

diario.jpgLa revelación del presunto intento de asesinato de Berezovsky la hizo el diario sensacionalista The Sun, propiedad del magnate Rupert Murdoch y el más leído en idioma inglés en todo el mundo, con un tiraje de más de tres millones de ejemplares.

En lo que posiblemente sea una filtración de los propios organismos de seguridad británicos, la información se publicó dos días después de que el gobierno expulsara a cuatro diplomáticos rusos por la negativa de la justicia rusa a extraditar Andrei Lugovoi, también ex agente de seguridad y principal sospechoso de la muerte de Litvinenko.

Los escritores de novelas de espionaje británicos, por lo visto, no tienen que hacer grandes esfuerzos imaginativos para sus relatos: desde hace décadas, cada cierto tiempo encuentran inspiración mientras se toman una taza de té, leen los diarios, escuchan la radio o miran televisión.
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LAS “JOYAS DE LA FAMILIA”

Publicado 25 junio 2007 por RB
Categorías: Estados Unidos

Roberto Bardini

cia-1.jpgLa película El buen pastor (Robert De Niro, 2006) narra en 160 minutos 30 años de intrigas de la CIA y su antecesora, la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS, por sus siglas en inglés). En un tramo de la historia, uno de los personajes le dice a un estadounidense de pura cepa y orgulloso de su estirpe: “Los italianos tenemos a nuestras familias y a la Iglesia; los irlandeses, a su madre patria; los judíos, sus tradiciones; incluso los negros tienen su música. ¿Pero qué tienen ustedes?”. Y el interpelado responde: “Nosotros tenemos a los Estados Unidos de América. Ustedes están aquí de visita”.

¿Y qué es Estados Unidos para esta clase de hombres que conspiran en las sombras? Un gigante que se proyecta en todo el planeta a través de grandes empresas, un ejército poderoso y un servicio de espionaje activo en casi todos los países del mundo.

cia.jpgAhora la CIA ha decidido desclasificar la mayor parte de un enorme archivo secreto de 693 páginas de 1973, al que el director de la organización, general de aeronáutica Michael Hayden, ha definido como “las joyas de la familia”. Si de buscar símbolos se trata, esos documentos quizá se aproximen más a pestilentes residuos de cloaca que a elaboradas piezas de joyería.

Mucho de lo que hay en el archivo del cuartel general de Langley ya fue filtrado y revelado por la prensa en años pasados: grabaciones telefónicas ilegales, vigilancia secreta a periodistas, golpes de Estado, invasiones militares, eliminación de personas, intentos de asesinato a líderes “enemigos”, experimentos con seres humanos sin su consentimiento, utilización de armas bacteriológicas y un largo etcétera que nada tiene que ver con los relatos de Ian Fleming, John Le Carré y Robert Ludlum.

Se sabe, por ejemplo que el demonio latinoamericano más longevo del siglo XX y lo que va del XXI, Fidel Castro, exhibe el récord mundial como blanco móvil en más de 630 complots para matarlo en 40 años. Los planes de eliminación se efectuaron durante ocho gobiernos estadounidenses: 38 intentos con Dwight Eisenhower, 42 con John Kennedy, 72 con Lyndon Johnson, 184 con Richard Nixon, 64 con James Carter, 197 con Ronald Reagan, 16 con George Bush padre y 21 con William Clinton.

La prensa internacional informó en su momento sobre las fallidas tentativas de asesinar al ex jefe de Estado cubano en la cumbre iberoamericana de Cartagena (Colombia) en 1994, el encuentro iberoamericano en Bariloche (Argentina) en 1995, una reunión similar en la isla venezolana de Margarita en 1997, una visita a República Dominicana en agosto de 1998 y la cumbre de líderes de Iberoamérica en Oporto (Portugal) a fines de ese mismo año.

En su tenaz esfuerzo por instaurar la democracia, el respeto a los derechos humanos, la empresa privada, la “mano invisible del mercado” y las sonrisas infantiles en ese Gulag del Caribe que es Cuba, la CIA trató de utilizar contra Fidel Castro francotiradores, habanos envenenados, bombas de tiempo, lanzacohetes, pastillas de cianuro, explosivos acuáticos disimulados en caracoles marinos y un traje de buceo con bacterias letales. Incluso en 1960 recurrió a una ex amante alemana, Marita Lorenz, que a último momento se arrepintió y le confesó al líder cubano cuál era su intención.

marita.jpgLa frustrada Mata Hari, nacida en Alemania en 1941 e hija de un capitán de la marina mercante, en la Segunda Guerra Mundial fue prisionera en el campo de concentración de Bergen-Belsen, a los ocho años fue violada por un soldado norteamericano y a los 19 vivió su aventura con Fidel Castro en La Habana. También fue amante a los 22 años del ex hombre fuerte de Venezuela, Marcos Pérez Jiménez, con quien tuvo una hija.

La mujer trabajó para el FBI, donde se casó con un agente con el que tuvo un hijo, se vinculó a la Mafia ítaloamericana y conoció a Lee Harvey Oswald, el presunto asesino del presidente John Kennedy en 1963. Actualmente sobrevive a duras penas en un barrio pobre de Nueva York, donde recibe un cheque mensual de 461 dólares de la asistencia social del gobierno. La CIA, por lo visto, es bastante austera con las heroínas jubiladas.

“Mi amor era más fuerte”, relató Marita Lorenz en la película documental alemana Querido Fidel, estrenada en 2000. “No lo maté porque por naturaleza no soy una asesina, no podía arrebatarle la vida a alguien que amaba, aunque la CIA –que no sabía que seguía enamorada– me haya entrenado para matarlo. Ese momento fue determinante, algo me detuvo, quizá el gran amor que sentía por él”.

Luego de la desclasificación de los archivos secretos de la CIA quizá se conozcan otros detalles acerca de esta situación imprevista –más cercana a una telenovela mexicana que a las parcas memorias de ex espías– en su épica lucha por la libertad, las películas de Hollywood y las hamburguesas MacDonald.

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CABEZA PARA PREVER O ESPALDAS PARA AGUANTAR

Publicado 23 junio 2007 por RB
Categorías: Estados Unidos, Iberoamérica

Roberto Bardini

roberto_bardini.jpgCuando lean, escuchen o vean en las noticias que alguien ha declarado una “guerra sin cuartel” al tráfico de drogas, encójanse de hombros como si no sucediera nada y sigan haciendo lo que estaban haciendo. Desde hace más de dos décadas es más de lo mismo, puro bla bla.

En mayo de 1951, el general Omar Bradley, jefe del Estado Mayor Conjunto del Ejército de Estados Unidos, declaró ante el Senado que la guerra de Corea comprometería a su país en “un conflicto desacertado, en un lugar inapropiado y en un momento inoportuno”. En la contienda de Corea (1951-1953) conocida como la “guerra olvidada” o la “primera guerra de la guerra fría”, los norteamericanos perdieron 44 mil soldados, un poco menos que en la ocupación de Vietnam pero en un tiempo mucho más breve.

El tres veces presidente argentino Juan Perón, un experto en estrategia y geopolítica, el 24 de mayo de 1951 comentó en el diario Democracia y bajo el seudónimo Descartes, las declaraciones del general Bradley con una frase que aún hoy utilizan muchos instructores en algunos institutos de inteligencia militar: “El que no tiene buena cabeza para prever, ha de tener buenas espaldas para aguantar”.

No hay que complicarse mucho. Prever es estudiar con anticipación lo que puede ocurrir, barajar hipótesis o posibilidades, intentar adelantarse a los hechos. Aguantar es hacerse cargo de las consecuencias no previstas.

El aforismo de Perón, expresado hace 56 años, cobra vigencia en la actual guerra contra el narcotráfico, en la que se atacan militarmente los efectos sin ir socialmente a las causas.

Esto lo advirtió casi dos décadas atrás el sociólogo argentino Marcos Kaplan (1926-2004), del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Nacional de Ciencias Penales de la Procuraduría General de la República (PGR), uno de los primeros en percibir los peligros de lo que él denomina “una narcosociedad, una narcocultura, una narcopolítica y la aspiración a un narco Estado”.

En su libro Aspectos sociopolíticos del narcotráfico (editado en 1989 por el Instituto Nacional de Ciencias Penales de la PGR), Kaplan llama la atención acerca de que, más allá de pistoleros y sicarios, muchas personas se benefician económicamente del tráfico de estupefacientes. En primer lugar, campesinos que cultivan, refinadores en laboratorios, transportistas, distribuidores, revendedores mayoristas y minoristas. La acción punitiva se dirige casi únicamente contra ellos.

Pero hay un segundo peldaño de complicidad, según Kaplan: contadores, empleados administrativos, blanqueadores de dinero, abogados defensores, asesores legales y económicos. Este sector generalmente resulta poco afectado. El jurista incluye otras categorías al servicio de los capos de la droga: intelectuales, periodistas y profesionales en relaciones públicas. Y también menciona a “políticos, gobernantes, funcionarios, jueces, policías y militares, que se involucran en actividades al servicio del narcotráfico y se benefician de ellas”. Pero para ellos, lamentablemente, no hay allanamientos espectaculares con presencia de la prensa ni se han inventado aún los retenes en las carreteras.

Para Estados Unidos la raíz del mal está en la “oferta” de los países productores de drogas. Para los países productores, está en la “demanda” de los consumidores de Estados Unidos, el país con más adictos a los estupefacientes del mundo.

Y mientras se continué en ese crónico círculo vicioso, la tan publicitada “guerra contra el narcotráfico” más que “un conflicto desacertado, en un lugar inapropiado y en un momento inoportuno” continuará siendo una inútil payasada que no afecta en nada a un multimillonario negocio que aumenta día a día.

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